Desde hace tiempo, Chile aseguró el suministro de vacunas contra el COVID-19 firmando contratos con varios laboratorios del mundo a la vez
Alejandro Gutiérrez Balboa
Con uno de los brotes de la pandemia más severos en América Latina, Chile ha enfrentado los embates del Foro de Sao Paulo, con motines y turbulencia política, varios muertos, destrucción de infraestructura pública, ataques e incendio de iglesias, sumados a la rebelión de descendientes de indígenas que pretenden separarse del país.
En medio de este caos, algo ha funcionado muy bien, las instituciones, que los violentos y anarquistas pretenden destruir. Un caso es el sistema de salud.
Desde hace tiempo, Chile aseguró el suministro de vacunas contra el COVID-19 firmando contratos con varios laboratorios del mundo a la vez. Previeron y actuaron, no lloran las injusticias del mundo, como otros líderes.
Hoy, el 30% de la población ya recibió la primera aplicación de la vacuna, logro sólo alcanzado por Israel, Gran Bretaña y las Islas Seychelles en todo el mundo.
Los chilenos no tienen que hacer largas colas ni esperar horas o días, su sistema público de salud cuenta con clínicas y centros de atención distribuidos hasta las zonas más remotas. Esto ha permitido en el pasado la adecuada distribución de vacunas infantiles y contra la influenza, por lo que cuentan con la infraestructura y la experiencia en vacunación. De acuerdo a la edad de la población, se determinó una fecha, por lo que los ciudadanos sólo tienen que esperar el día asignado para acudir a recibir su dosis en su propia clínica.
Las autoridades chilenas han calculado que para junio estará vacunado el 80% de la población, con las dos aplicaciones, con lo que se alcanzará la inmunidad de rebaño.
El ejemplo de Chile muestra a las claras que los gobiernos que se concentran en atender la contención de la pandemia, simplemente lo hacen, sin demagogia y sin manipulaciones. Son otros los que aprovechan el control gubernamental del suministro de vacunas los que lo hacen selectivamente, como si fuera una dádiva, a cuentagotas, pues no compraron nada con anticipación, y ni siquiera son capaces de asegurar que la segunda dosis será aplicada dentro de los 28 días posteriores indicados, ni que será de la misma clase que la primera.