A lo mejor la respuesta es que a los mexicanos no nos gustan las victorias, sino el proceso para ganarlas
Roberto Mendoza
Cada tres años en el país hay una fiesta, muchas promesas, mucha algarabía, se regalan playeras, gorras y sobre todo dinero. En nuestro país hay una competencia política muy fuerte inaugurada en 1999 cuando ganó la presidencia Vicente Fox, durante estos últimos 20 años hemos tenidos dos presidentes del PAN, uno del PRI y uno de Morena, el presidente es el representante de esa ola de izquierda que fracturó al PRI a finales del siglo pasado.
Con esta competencia todos ganamos, tenemos una democracia muy blindada, la cual todos pagamos y todos, el día de la elección, vigilamos. Tenemos organismos defensores y rectores de derechos humanos, hay organismos económicos autónomos, los tres poderes del Estado tienen muchos controles y nosotros tenemos muchas libertades. Celebro sobre todo que seamos una sociedad informada y que todavía se pueda criticar a la autoridad sin miedo. Todo esto ha pasado porque personas como el presidente, cuando era candidato y muchos más, empujaron cambios trascendentales en el gobierno.
Si estamos gobernados por una persona que no sólo impulso cambios importantes, sino que además se preparó 18 años activamente para gobernar, conoció cada rincón del país y siempre estuvo pendiente de cada suceso político. ¿Por qué no somos un mejor país? ¿Por qué no estamos mejor que nunca? ¿Por qué el presidente no se muestra como lo que es, el ganador de una lucha de más de dos décadas?
A lo mejor la respuesta es que a los mexicanos no nos gustan las victorias, sino el proceso para ganarlas; la “lucha” en una palabra. A los mexicanos además, nos gusta apoyar no a quien se considera el ganador más probable, sino al más perseverante, para ejemplificar pensemos en los seguidores del Cruz Azul, es posible que el equipo juegue muy bien incluso que llegue a la final, pero no gana nunca el campeonato y sin embargo no pierde seguidores, igual la Selección Mexicana de fútbol, nunca hemos pasado del quinto partido en un mundial, pero nos encanta pensar que sí se puede. Paradójicamente casi nadie habla de la medalla de oro olímpica en 2012, ni de los dos campeonatos mundiales de la sub-17.
Esto lo entiende muy bien el presidente, por eso siempre, en las mañaneras, promueve una batalla desigual, con adversarios que parecieran ser mucho más fuertes; pero no se amedrenta, él sigue peleando y si pierde, no importa, porque eso en realidad lo fortalece, sólo hay que mirar las encuestas; él no quiere ser un presidente ganador, porque perdería popularidad, su guerra es contra grandes enemigos muchas veces ficticios y batallar todos los días. Lo malo es que esta invención lo distrae de lo verdaderamente importante y por eso los problemas del país no se resuelven, incluso crecen.
Este es un motivo más para fijarnos muy bien por quien vamos a votar en escasos dos meses ¿Su candidato propone soluciones o dice que tiene enemigos que quiere derrotar? ¿Su candidato propone ocurrencias o trae un estudio con una serie de acciones para que usted viva mejor? ¿Su candidato organiza un baile, un torneo, una carrera, hace fuercitas con alguien o le pregunta a usted sí sus ideas le ayudan? Las campañas en México son muy cortas y tratan de emocionar y regalar, hasta dinero. A lo mejor usted podría invertir un poco de su tiempo y leer las propuestas del candidato que toca a su puerta, se lo digo porque su voto va a hacer que esa persona tenga un trabajo muy trascendente al menos por tres años y cada que le ponga gasolina a su auto, que compre un refresco o que pague el recibo de la luz, una parte de su dinero, se usará para costear la decisión que tome el 6 de junio.