La crítica siempre incomoda y es molesta, pero solo así podemos recomponer el camino
Carlos Olguín
El linchamiento que se ha puesto en marcha en el ‘show’ de las mañaneras es un ejercicio muy preocupante, porque parte de la premisa de que hay una única verdad y que en el Palacio Nacional son los dueños de la misma.
Todas las organizaciones de libertad de prensa, articulo 19, Human Right Watch, entre muchas otras organizaciones del periodismo se han manifestado en contra de tan cuestionable forma de actuar, y es que debería comenzar por evidenciarse las mentiras que desde ahí se dicen, que ya hay medicinas en el país, que no hay delincuencia organizada, que se ha manejado bien la pandemia, que hay menos corrupción, que hay más seguridad, que estamos mejor que nunca, que la fuerza moral del presidente iba a impedir que se contagiara de COVID-19, que regresaría al Ejército a los cuarteles.
Son tantas las mentiras que se dicen, pero con una cobertura tan amplia que la gente sufre del síndrome de la fatiga de información como bien lo plantea Byung Chul Han en su libro ‘El enjambre’, donde nos dice que la unida diferencia entre la realidad y la ficción es la aceptación de las personas; si no, vean que las redes sociales se encuentra repletas de fotografías que no concuerdan con la realidad. Así operó Cambridge Analítica, así se juega con nuestra percepción de la realidad hoy en día.
Se cuestiona poco la información y se cree mucho más en los mensajeros que en los datos, y esta reflexión es muy importante de llevar a cabo, porque a través del ataque sistemático a la libertad de expresión es como se han construido muchos gobiernos autoritarios. Ahora mismo en Nicaragua, en su tiempo en Cuba, Venezuela, Bolivia y otros países, se comienza por apoderarse de los principales medios informativos para hacerlos canales oficiales de Gobierno, al igual que en China o Turquía, entre muchos otros.
Recordemos que no hay mejor desinfectante que la luz del sol ni mejor policía que la corriente eléctrica en la vida pública, y mientras más se oculta la información, mayor distorsión de la realidad existe, porque no hay cómo comparar, cómo contrastar, cómo medir. Por eso, se ataca al Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información, porque este Gobierno ha sido experto en guardar y ocultar información.
La compra de las vacunas, los estudios del aeropuerto, los estudios ambientales del Tren Maya, el operativo de Ovidio Guzmán, la venta del avión presidencial, las compras de medicamentos, todo lo relacionado con Pemex, entre muchos otros temas, deben poner la mira donde en realidad debe de estar.
La crítica siempre incomoda y es molesta, pero solo así podemos recomponer el camino. Solo así podemos ver las cosas desde otros puntos de vista. Nadie es dueño de la verdad absoluta ni existe en un solo lugar. Estas acciones deben ser rechazadas y condenadas, mientras aun podamos.