Javier Esquivel
“En la política no hay sorpresas; solo hay sorprendidos”, solía decir Adolfo Ruiz Cortines. Los historiadores argumentaban que con esta frase el líder veracruzano del Partido Revolucionario Institucional en los años 50 daba sosiego a quienes con sorpresa le informaban de un acontecimiento que, para ellos, por la fidelidad partidista, era poco probable que ocurriera.
En efecto, la frase del expresidente sigue tan vigente después de varios lustros de que fue pronunciada dentro y fuera de los despachos presidenciales y del otrora partidazo.
Hoy en 2021, a mitad de un sexenio donde entran en funciones más de la mitad de nuevas y nuevos gobernadores de Morena e inicia un Congreso sin mayorías totalitarias el escenario es propicio para tampoco creer en las coincidencias ni en las casualidades.
Quizá para muchos fue sorpresa que un gobernador saliente del PRI haya aceptado ser invitado a representar a su país en el primer Gobierno de la Cuarta Transformación, o que un panista nayarita vaya al Gabinete, o que a una semana de inaugurada la LXV legislatura las legisladoras y los legisladores del partido tricolor hayan votado junto con Morena su primera de muchas iniciativas juntos.
Sin embargo, nada es imposible en el tablero de la política. Una baja posibilidad de que ocurra algo no es una probabilidad nula. No hay nada escrito aun cuando se expresen discursos estridentes, se mediaticen coaliciones y alianzas o viralicen imágenes de fuerte unión entre PAN, PRI y PRD en la OEA o en otros foros nacionales.
Cuando se ejecuta una estrategia sólida a mediano y largo plazo, siempre se aumentan las posibilidades de lograr los objetivos, y es justo lo que hace el partido en el Gobierno. Divide al rival, persuade, conquista voluntades, gana estados, municipios y distritos electorales.
Aunque toda oposición de Gobierno tiene la facultad democrática a cooperar, a ser un contrapeso natural y a disentir públicamente, hoy la Cuarta Transformación les desarticula los discursos y los hace parecer inconstantes y contradictorios.
Nada es sorpresa cuando no existe un proceso de planeación coherente en equipo como tampoco lo es que se capitaliza la coyuntura para proyectos políticos personales; ya a nadie sorprende la debilidad de la comunicación de la oposición.
En el mensaje público proyectan una versión de ellos mismos, pero en los hechos evidencian el otro lado que pocos conocen. Muestra de ello hay muchas, pero solo en la semana anterior fueron públicas las contradicciones con el tema Vox y las alianzas del PRIMOR.
Quizá la invitación a la representación diplomática –de las que hoy muchos se sorprenden– sea por las causas anunciadas y no por suposiciones, pero no minimiza la posibilidad de que varios mandatarios locales que tienen escasos márgenes de mantener el Gobierno para su partido en las elecciones de 2023 vean en ese camino un área particular y muy personal oportunidad.
Todos los partidos tienen el derecho de generar y construir alianzas por inverosímiles que parezcan y todas y todos los actores políticos pueden velar por sus propios intereses, pero comunicar con incongruencia y de forma desarticulada solo destruye la confianza, genera nula credibilidad y aleja a los votantes.
Apunte del consultor
¿Les sorprendería que Morena gane los estados de Oaxaca, Hidalgo y Edomex… o que más exgobernadores se sumen a las filas de la 4T? Solo son preguntas.