Javier Esquivel
La toma de protesta debiera ser considerador como uno de los actos más estratégicos e importantes de un periodo de gobierno. Independientemente del acto de protocolo constitucional, el evento ofrece la gran oportunidad para colocar mensajes contundentes sobre el rumbo, visión, metas y prioridades que impondrá el nuevo gobierno, para ganar aprobación, confianza y cercanía.
En este acto se presenta la ocasión para dejar a un lado los viejos discursos de campaña, los vicios y los errores de una administración saliente y definir con claridad las nuevas reglas del juego con las y los actores políticos a nivel estatal y nacional, pero sobre todo con los sectores económicos locales e internacionales.
En ningún otro evento de gobierno se tiene el espacio para posicionar al gobernador o gobernadora como el estratega o estadista que anuncia a toda la ciudadanía y a los inversionistas foráneos cuáles serán los caminos por los que transitará para hacer frente a sus necesidades más urgentes y resolver las problemáticas generales más comunes en todo el país como la pobreza, la corrupción, la inseguridad, el desempleo.
Es el primer acto de gobierno es el más oportuno para generar, administrar o modificar expectativas sin el riesgo de ser mal evaluado o sometido a la ácida critica de un informe de gobierno, de una comparecencia o un riguroso análisis de los primeros cien días.
En ese momento se tiene la oportunidad de diferenciarse y posicionarse estratégicamente del resto de las y los gobernadores del país sin importar de que partido político se provenga. Se tiene el espacio para mostrar las fortalezas de una nueva administración pública, de integrar y hacer corresponsables a todas las personas, incluso aquellas que no simpatizan con la ideología política de la figura que empezará a gobernar.
La toma de protesta es altamente capitalizable mediáticamente si se generan las expectativas noticiosas antes y durante el evento. Una construcción estratégica permitiría un escenario atractivo para el posicionamiento de las causas y banderas que defenderá el gobernador o gobernadora, subrayar sus principios y valores a través de la construcción poderosas imágenes simbólicas que se pueden generar en ese par de horas que dura el momento.
La construcción de la percepción visual condicionada como el hacerse acompañar de la familia o vestirse de tal o cierta forma puede fortalecer la aprobación inicial o incluso reforzar la aceptación que no todos los gobernadores tienen luego de una elección competida y polarizada.
Dicho suceso, también permite generar noticias y flujos informativos para todos los géneros periodísticos, para todas las secciones editoriales y para todas las plataformas de redes sociales. El capitalizar la toma de protesta en amplio entorno mediático no tiene límite; destinarlo aun solo un ámbito sí es un despropósito.
Si bien es cierto que la mayoría de los protocolos estatales implica que el nuevo gobernador o gobernadora deba acudir al Congreso local a tomar la protesta, no impide que se genere un mejor escenario propicio para enviar el mensaje a la población y empezar a construir valores fundamentales en todo gobierno como la cercanía y confianza.
Hasta el momento se han presentado siete actos de toma de protesta con más claroscuros que aciertos estratégicos. Hemos presenciado discursos tradicionales, actos rutinarios, mensajes similares, llenos de lugares comunes y de los mismos actores políticos como invitados especiales.
Al revisar las imágenes o traducir los mensajes podemos advertir que en esos siete actos de toma de protesta son las y los mismos senadores, diputadas y diputados, presidentes de partidos afines al nuevo gobernador o gobernadora como el centro de la comunicación en lugar de posicionar a la mandataria o mandatario con su gente, con los políticos locales aun sin ser de su partido o coalición, con los empresarios estatales, con las y los líderes de la sociedad civil o las y los representantes de los muchos sectores vulnerables o personajes significativos de la entidad federativa de que se trate.
Una nueva forma de comunicar la política implica colocar a la gente local en el centro prioritario de la atención y de la comunicación y no a la clase política nacional que ha sido la constante. La efectividad de la comunicación de gobierno, sin duda comienza con la toma de protesta.
Apuntes del consultor
Todavía faltan ocho eventos de toma de protesta en el país para este 2021. ¿Cuáles de ellos serán los más memorables y útiles para unificar, generar consensos y construir confianza en torno a la figura de las personas que gobernarán?
Los que lo escenifiquen el primer acto de gobierno con visión estrategia; es la respuesta.
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