Mario Maraboto
A los pocos meses de haber asumido la Presidencia de la República, el actual presidente seguía reiterando algunas de sus promesas de campaña.
En julio de 2018, ya como presidente electo, expresó: “Ese es mi compromiso, en tres años no va a haber gasolinazos y no va a aumentar más allá de la inflación el gas, diésel y energía eléctrica. Después de los tres años que ya tengamos producción de gasolinas en México, van a bajar precios e insumos“. En su ‘show’ mañanero del 9 de septiembre de 2020, reiteró: “No habrá aumento a tarifas de gas, luz, gasolina ni diésel… en lo que resta de este año ni durante 2021”.
En enero de 2019, al inaugurar unas oficinas del IMSS, expresó: “Tenemos que garantizar el derecho a la salud… El enfermo, el paciente, debe de tener todos los medicamentos… sobre todo medicamentos que cuestan mucho, los que tienen que ver con la atención a enfermos de cáncer… Todo esto lo tenemos que hacer poco a poco… para que en dos años tengamos ya un buen sistema de salud… como el que tienen en Canadá, como el que tienen en el Reino Unido, como el que tienen en Dinamarca, de lo mejor; ese es el compromiso”.
A lo largo de tres años, varias veces se había referido a que ya no hay desabasto de medicamentos, hasta que el mes pasado le expresó al secretario de Salud (sí, existe alguien que ocupa ese puesto): “Yo no quiero escuchar que faltan medicamentos y no quiero excusas de ningún tipo. No podemos dormir tranquilos sin medicamentos para atender a enfermos”.
El pasado 1 de diciembre, en su discurso por los tres años desde su toma de posesión como presidente, el señor López se excusó, refiriéndose al tema de la salud: “Garantizar la salud pública ha sido todo un desafío…”. Tras volver a culpar a la corrupción (obviamente sin ninguna evidencia ni denuncia judicial en contra de nadie), reiteró: “El sueño que quiero convertir en realidad es que al final del gobierno (ya no fueron dos años), el sistema de salud permita que cualquier persona… sea atendida como lo merece, con médicos, especialistas, estudios y medicamentos gratuitos y que la salud deje de ser en definitiva un privilegio y se convierta en derecho universal de nuestro pueblo”.
En cuanto al compromiso de no incrementar tarifas de gasolina, en la misma perorata simple y brevemente afirmó (nuevamente sin mostrar evidencia): “No hemos aumentado precios de gasolina electricidad; el gas ha aumentado, pero se establecieron precios máximos. Se creó Gas Bienestar, que se irá ampliando para garantizar precios justos”.
La terca realidad tiene otros datos; eso sí, comprobables día a día en la salud y en los bolsillos de los ciudadanos y de sus familias.
A un mes del “regaño” (que luego dijo que no fue regaño) del presidente al secretario de Salud, madres y padres de niños con cáncer siguen padeciendo el desabasto de los medicamentos; muchos los han conseguido gracias a donativos, otros han vendido bienes para poder adquirirlos, y, aunque el presidente encargó al Ejército la distribución de medicamentos, parece ser que el verdadero problema es que no existen en el mercado. No es por gusto o por no tener nada que hacer que los padres de niños enfermos siguen manifestándose de diversas formas en busca de una solución al desabasto que el mismo Gobierno actual generó con el pretexto de combatir la corrupción.
Por lo que toca a “No hemos aumentado precios de gasolina”, de acuerdo con el reporte mensual de inflación del Inegi, en abril del 2021 el precio de los energéticos registró un aumento récord de 28.02 por ciento, el precio de la gasolina Magna acusó un aumento de 35 por ciento y la Premium 34.5 por ciento, respecto al mismo mes del 2020, casi seis veces el registrado por la inflación nacional que para el mismo lapso fue de 6.1 por ciento. Lamentablemente, el mes pasado la inflación nacional llegó a 7.05 por ciento anual, la mayor cifra desde 2001, según el propio Inegi, y el precio de la gasolina sigue subiendo. Además, los “precios justos” del Gas Bienestar se han incrementado (de 400 a 445 pesos el tanque de 20 kilos) desde que inició operaciones en agosto de este año y son superiores a los de empresas particulares (entre 380 y 407 pesos los mismos 20 kilos).
Comprometerse sin una estrategia que al menos dé la idea de cómo se cumplirá el compromiso es tanto como querer subir al Everest sin guía y sin equipo. Lo malo es que el incumplimiento de los compromisos presidenciales afecta a toda la población.
Eso es querer gobernar con palabras, no con hechos.