Alejandro Gutiérrez Balboa
Después de algunos años de masivos envíos de colonos, auspiciados tanto por el expansionismo norteamericano, como por corruptos políticos mexicanos que se enriquecieron con la venta masiva de lotes, con los permisos para esa venta y para la creación de empresas promotoras, al final se tuvo una insuperable mayoría de habitantes de origen extranjero en esa provincia. Muchos de ellos eran ilegales, pues no contaron con permiso alguno para establecerse y otros llevaron esclavos, lo que estaba prohibido por las leyes mexicanas. Nada se hizo para remediarlo.
Así, el 2 de marzo de 1836, los dirigentes de los colonos, ninguno texano, declararon la independencia de Texas. Independencia ficticia, pues a fines de 1845, los dirigentes solicitaron su anexión a Estados Unidos. Un país abusivo, con la única ley del más fuerte como regla, se aprovechó de su poder e invadió a un país más débil, plagado de corrupción y de políticos corruptos, con un gobierno encabezado por un López, apellido de, salvo uno, presidentes de infausta memoria.
Algo muy parecido ocurre en Ucrania. El Dombas, que abarca las regiones de Donetsk y Luhansk, es la parte ucraniana en disputa, con mayoría poblacional rusa, que pretende escindirse e “independizarse” para luego incorporarse a Rusia. Ucrania, desde la desaparición de la ex URSS, mantiene una clase política muy corrupta y con el gobierno de Viktor Yanukovich (2010-2014) alcanzó su cumbre al ser un simple títere de Vladimir Putin.
El fondo del conflicto está en la solicitud ucraniana de incorporarse a la OTAN, a lo que tiene pleno derecho como país soberano, pero que resulta inaceptable para el gobierno ruso que ya se apoderó de Crimea, otra región ucraniana con mayoría poblacional rusa. Zonas de influencia, desprecio a decisiones de un país más débil, evidentes intenciones de colocar en él un gobierno que siga sus ordenamientos, sea obediente y no genere problemas.
Se podría decir que en 1836 y 1847-48 no hubo una OTAN ni algo parecido que defendiera a México del despojo territorial. En 2022 tampoco la OTAN defenderá a Ucrania. El dirigente ruso se siente encabezar una especie de “destino manifiesto” por el que su país está llamado a la grandeza y a encabezar el liderazgo europeo. Cuenta con el apoyo chino para reestructurar un nuevo orden mundial, aprovechando el declive norteamericano y las debilidades europeas, convencido que nada desafía su poder y sus abusos. Nada nuevo bajo el sol. Las historias se parecen mucho.