Daniel Lizárraga
La dictadura nicaragüense ha dado otro coletazo. Esta vez, el golpe fue en contra de músicos y productores. Daniel Ortega y Rosario Murillo ordenaron una redada en contra de quienes participaron en el concierto para celebrar el quinceavo aniversario de la banda Monroy y Surmenage donde hubo protestas por la represión estudiantil del año 2018.
Los ánimos estaban a flor de piel; se cumplían cuatro años de aquella masacre donde murieron 355 personas, de acuerdo con cifras de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Lo que inició como un movimiento estudiantil en contra reformas al sistema de salud, al paso de las semanas se transformó en una protesta masiva contra la inminente reelección, por tercera vez consecutiva, de Daniel Ortega.
En la celebración de la banda Monroy y Surmenage, el vocalista Josué Monroy interpretó En el Ojo del Huracán cuya letra incluyó frases como; “no nos van a callar” y “no los vamos a olvidar”.
En la lluvia se aferran
Todos juntos de las manos
Gritar no es en vano
No nos vamos a callar.
Un grito fuerte, desde abril
Todos gritan, presente
Un estallido sobre mí
Un murmullo entre la gente
El pasado martes 12 de abril, Josué Monroy fue detenido. En un video difundido en redes sociales, se observó como los agentes ingresaron por la fuerza a su casa para llevárselo sin presentar alguna orden de captura. Días después su familia se ha enterado de que él está en alguna de las celdas de auxilio judicial en la prisión de “El Chipote” sin que se conozcan los cargos en su contra.
El jueves 14 de abril -apenas dos días después- la policía regresó a la casa de Josué Monroy para decomisar instrumentos musicales, el cuerpo del delito le llamarán los fiscales. Antes, en la aprehensión del vocalista, los uniformados cargaron con dos computadoras personales; quizá buscaban pruebas sobre la autoría de la canción que mancilló los oídos de Rosario Murillo y de Daniel Ortega.
Ortega y Murillo son muy sensibles. La crítica les hace estallar la cabeza. En Nicaragua, a los opositores se les encarcela; a esos músicos
había que recordarles por qué están tras las rejas 177 opositores, entre ellos, siete excandidatos (as) presidenciales.
En esa redada también fue detenido el productor Leonardo Canales quien manejó el centro cultural Antesala, un espacio para el rock y otros géneros musicales, así como para el cine, la danza y la literatura abierto desde marzo del 2021.
El pasado lunes, este sitio anunció que Canales fue expulsado de Nicaragua hacia Costa Rica, su país de origen y también informó el cierre de sus puertas. Hasta el momento, el régimen Ortega Murillo no ha informado qué los motivó a sacarlo del país.
En esta redada también fueron capturados Xóchitl Tapia y Salvador Espinosa gerentes de Saxo Producciones. A la cantautora italiana Emilia Arienti le dieron, 48 horas para salir de Nicaragua.
No existe una ley que prohíba las expresiones artísticas en ese territorio, pero en los hechos, una dictadura como la nicaragüense tampoco la necesita: para eso tiene a la policía y a las fuerzas armadas. No habrá una sola partitura que lastime la sensibilidad de la pareja Ortega-Murillo. Si habrá alguna expresión artística tiene que acomodarse a la narrativa oficial. Quien haga lo contrario irá a la cárcel.