Luis M. Gutiérrez Contreras
Ahora que está de moda hablar de cruces entre universos y de antagonismos catastróficos, retomemos una de las batallas más épicas de todos los tiempos: la humanidad contra sí misma.
Hablar del desarrollo de las civilizaciones eliminando el ingrediente romántico es referirse a una historia de dominio, colonialismo, genocidio, extracción y conquista.
El Diseño, desde una perspectiva de beneficio económico, ha fungido como un instrumento de acumulación de riqueza a costa del aprovechamiento de recursos naturales sin cuestionamientos hacia el impacto negativo que ello genere.
Arturo Escobar plantea que el Diseño debe tener un rol ontológico que impacte en cada uno de los universos que conforman un universo mayor (el pluriverso), cada universo es autónomo y se rige por sus propias reglas que en conjunto armonizan entre sí. Cada universo es una capa de un contexto general, podría tener una perspectiva económica, política, social, ecológica, cultural, etcétera.
Un mal diseño hace que los universos colapsen, a pesar de generar una ilusión de placer y felicidad. Podemos decir que el consumismo rampante es uno de los grandes villanos de nuestro pluriverso.
Al contrario, un buen diseño trae armonía y fomenta el equilibrio entre la búsqueda de la belleza y el consumo responsable. Apuesta por la innovación social como un instrumento hacia la sostenibilidad y el bienestar y apuntala un futuro en donde las personas que se dedican a diseñar son agentes de cambio, en pocas palabras gente con superpoderes.
MT