Rodrigo Pantoja*
La justicia climática en México implica abordar las desigualdades sociales y económicas que hacen que ciertos grupos de personas sean más vulnerables a los impactos del cambio climático.
Ciudades como Ciudad de México, Monterrey, Querétaro y Tijuana enfrentan desafíos relacionados con la escasez de agua, la sobreexplotación de acuíferos, la contaminación del aire y la rápida urbanización, afectando, aún más, a las poblaciones más vulnerables. Según datos del INEGI, el 76 por ciento del agua se utiliza en la agricultura y un gran porcentaje del agua es controlada por las industrias refresqueras y cerveceras, lo que agrava la escasez de agua en diversas regiones y genera una distribución no equitativa.
Con pronósticos de cinco olas de calor para el año 2024, las sequías afectarán al medio ambiente con consecuencias sociales, económicas y de salud, incluyendo la pérdida de biodiversidad y la degradación del suelo, afectando con mayor gravedad a personas de escasos recursos o que dependen directamente de la agricultura, silvicultura o la pesca.
Los contrastes sociales derivados de este cambio climático incluirán desigualdades en acceso a recursos básicos como agua potable y alimentos. Los países más desarrollados tendrán más recursos para adaptarse y mitigar los impactos del cambio climático, mientras que los países en desarrollo enfrentarán mayores desafíos debido a la falta de infraestructura y recursos financieros.
Para abordar estos desafíos, se deben implementar estrategias como la reforestación, la gestión sostenible del agua, la de prácticas agrícolas y ganaderas sostenibles y la conservación de ecosistemas acuáticos. Es fundamental adoptar medidas de adaptación al cambio climático y rescatar lagos, ríos y lagunas para asegurar un suministro adecuado de agua.
* Profesor
Escuela de Arquitectura, Arte y Diseño.
Tecnológico de Monterrey
MT