Fernando Islas
El pasado 10 de junio se conmemoró el 51 aniversario del Halconazo, suceso que es recordado por la represión absurda a las y los estudiantes, por parte de la autoridad en el año de 1971, pues pareciera que la Policía Estatal de Querétaro tenía la idea de recrear tan indignante escena, cuando decidieron hacer uso de la brutal fuerza del estado para reprimir una manifestación pacífica y cultural que era protagonizada por estudiantes, ambientalistas, colectivas y colectivas que desde hace ya varias semanas se han dado a la tarea de informar los graves estragos que genera la Ley Estatal de Aguas.
De vergüenza el actuar de diferentes funcionarios y representantes populares al aplaudir dicho acto de corte dictatorial, donde la intolerancia es lo que impera, la que marca la estrategia gubernamental y por supuesto la que deja un antecedente para aquellos que en 2024 ejerceremos nuestro derecho al voto. Es claro que esta ley contra la que se protestaba el viernes pasado tiene un corte privatizado y más temprano que tarde traerá consecuencias preocupantes para el futuro de las y los queretanos.
Tiempo al tiempo, esta represión puede ser la chispa que encienda la conciencia colectiva de la ciudadanía y por ende despierte la participación de todas y todos aquellos que estamos convencidos de defender lo nuestro, empezando por nuestra dignidad.