Sin palabras es como me deja el actual proceso interno de Morena. Las elecciones que definirán quiénes integran los consejos estatales, para posteriormente integrar los comités ejecutivos, han desatado las más grandes bajezas en contra de la militancia del partido político que transformó la vida pública de México y que hoy en día es referente a nivel Latinoamérica. Pareciera una historia de terror escrita por el PRI de los 80, donde una mano siniestra acomoda y desacomoda a su conveniencia, siempre privilegiando los intereses personales por encima de los colectivos, algo contrario a lo que en Morena hemos promovido durante años.
El viernes pasado, casi al filo de la 11 de la noche, se dio a conocer una lista de aspirantes a consejero, donde figuraban personajes que hemos acompañado la lucha de Andrés Manuel López Obrador desde hace muchos años; sin embargo, poco después de la medianoche, dicha lista cambió y sorpresivamente personajes que hasta hace poco pertenecían a administraciones públicas y partidistas del PAN y del PRI ocuparon los lugares de militantes que hemos defendido los ideales morenistas y sobre todo hemos sumado a la construcción de un proyecto alternativo de nación.
La verdad, como la basura, siempre flota y ya es de conocimiento público quién fue el dueño de la mano que nos excluyó a varios militantes con la finalidad de aplanar su camino rumbo a la dirigencia estatal de Morena. Afortunadamente, la justicia lo alcanzó de manera veloz y ahora, gracias al principio de equidad de género, tendrá que ver desde la trinchera cómo alguien más ocupa ese lugar que tanto anhelaba. Tiempo al tiempo.