Fernando Islas
@NandoIslas906
El caso de Cuauhtémoc Galindo Cordero alcanzó cobertura nacional desde el momento en que se dio a conocer su detención y las omisiones en el procedimiento para la misma. Durante las primeras horas, las redes sociales se inundaron con el relato de la persona que un par de días antes había contratado a Cuauhtémoc para que realizara un servicio de atención de banquete en una boda que fue celebrada a más de 15 kilómetros de distancia de los sucesos que se vivieron durante el trágico 5 de marzo en el Estadio Corregidora.
Gracias a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y a la probada inocencia de Cuauhtémoc, hoy el aficionado al equipo queretano puede gozar de su libertad; sin embargo, aún no hay claridad de cómo el Estado queretano va resarcir los daños y afectaciones que tanto ‘Cuau’ como sus familiares sufrieron durante los últimos cinco meses, en los que el hoy liberado sufrió de tortura física y psicológica y, en particular, de acoso por parte de las autoridades para declararse culpable de un acto que no había cometido, al mismo tiempo que tanto la defensa como su madre eran exhortados a recurrir al proceso abreviado aunque esto implicara no solo asumirse como culpable, sino ser expuesto ante los medios.
Hoy, el gobernador dice que los que tienen que pedir disculpas son los que realizaron apología del delito, aunque, si fuera equitativo, ese mismo delito debería ser imputado al ex-DT Hernán Cristante, un diputado y al propio equipo de Gallos Blancos por haber realizado actos similares; sin embargo, a ninguno de ellos se les inició algún proceso. Cuauhtémoc demostró que su dignidad prevalece sobre cualquier cosa. Hoy, ‘Cuau’ y su familia merecen una disculpa pública y una reparación efectiva del daño ocasionado por la ineficacia de la Fiscalía y las autoridades locales.