Dra. María Guadalupe García Gomar
Usualmente cuando pensamos en actividades de nuestra vida diaria cómo dormir, despertar, escuchar, enojarnos, sentir y muchas otras funciones pensamos que todo esto está íntimamente orquestado por nuestro cerebro. Clásicamente al referirnos al cerebro pensamos en los centros superiores como lo son los hemisferios cerebrales, sin embargo, hay una pequeña estructura dentro de nuestro cerebro llamada tallo cerebral.
El tallo cerebral está localizado en una región estratégica, se encuentra en la parte más baja de nuestro cerebro entre los centros superiores (hemisferios) y la médula espinal, por la que viajan todos los cables que envían y reciben información de todo nuestro cuerpo y de nuestro entorno. Esta estructura mide poco más que un dedo pulgar, sin embargo, lo que le falta de tamaño lo compensa en complejidad pues contiene más de 170 grupos de neuronas y tiene una influencia desproporcionada en procesos diversos que van desde funciones autonómicas como el vomitar hasta funciones complejas como el estado de conciencia y coma.
Esta pequeña estructura funciona como un importante sensor recibiendo información de fibras que provienen de nuestras vísceras y fibras que traen información de casi todos nuestros sentidos sensoriales. El tallo recibe esta información y la transmite (frecuentemente a través de varios núcleos intermediarios) a los centros corticales superiores. No obstante, esta estructura ha sido poco estudiada a comparación de otras regiones dentro del sistema nervioso, esto debido a su pequeño tamaño y complejidad. En la actualidad se están realizando esfuerzos por conocer acerca de su estructura, función y posible involucramiento en etapas tempranas de enfermedades neurodegenerativas. Así que ahora sabemos que el tallo es como bien decimos en México “Chiquito pero picoso”.