Mario Maraboto
En agosto de 2018, ya como Presidente Electo, AMLO ofreció que, al utilizar derechos de vía ya existentes y en posesión del Gobierno Federal, el impacto ambiental del Tren Maya sería menor y expresó: “No se va a tirar ni un árbol, ni se afectará ninguna reserva ecológica. Se va a cuidar el medio ambiente”.
La construcción del capricho presidencial inició formalmente, sin contar con Manifestación de Impacto Ambiental, el 16 de diciembre de 2018, mediante la colocación simbólica de su primer durmiente, en Palenque. Un año después, el 19 de diciembre del 2019, en el comunicado 452 el gobierno informó que “UNESCO y FONATUR firman convenio de colaboración en beneficio del Tren Maya”, que permitirá a la instancia internacional brindar acompañamiento al Proyecto Integral de Desarrollo del proyecto.
Se dijo que el acompañamiento de la UNESCO contemplaba velar por los valores culturales y naturales de la zona desde una perspectiva integral y “fortalecer la conservación del medioambiente, de los recursos naturales y el agua…”
Buena noticia que el recién llegado como director de la UNESCO en México firmara dicho convenio con el gobierno mexicano como una forma de garantizar que el presidente cumpliera con aquello de “no se va a tirar ni un árbol”. Curiosamente el nuevo director, Frédéric Vacheron, llegó a nuestro país en el mismo mes y año en que AMLO asumió el cargo de Presidente de México.
Curioso también que durante el primer año de gobierno de AMLO la UNESCO en México colaboró de diversas formas con el gobierno federal y el de la Ciudad de México. A fines de enero, durante su discurso inaugural del foro por el Día Internacional de la Protección de Datos Personales, Vacheron propuso conformar un equipo de trabajo para salvaguardar la libertad de expresión; en agosto firmó un nuevo convenio con el gobierno buscando consolidar un modelo que atienda directamente las demandas del ecosistema mediático nacional, con miras a ofrecer alternativas para la consolidación de medios plurales, libres e independientes, y en diciembre firmó otro convenio, ahora con el gobierno de la Ciudad de México, para el diseño y desarrollo de acciones para impulsar la educación, la ciencia y la cultura.
Parecía que la cercanía de tan importante organismo internacional con el régimen de la 4T podría augurar cosas buenas para bien de la sociedad y del país. Sin embargo, al anunciar el seminario para conmemorar el Día Internacional de Lucha Contra la Impunidad de los Crímenes Contra Periodistas, en julio de ese año, Vacheron justificó las agresiones del presidente hacia los medios de comunicación; expresó que el debate medios-gobierno no debe ser siempre cordial, en especial cuando se propone un cambio social importante como el que pasa en México: “Vemos bastante sano que haya tensiones entre el Poder Ejecutivo, el parlamento y el poder de la comunicación”, dijo.
Respecto a las demandas del ecosistema mediático, no hubo ningún posicionamiento de su parte sobre el caso de la huelga de los trabajadores de Notimex por la violación a los contratos de trabajo y el hecho de convertir a la agencia en un medio de propaganda gubernamental y no de información; y en cuanto al impulso a la educación y la ciencia, tampoco hubo alguna expresión de su parte respecto a las demandas en contra de científicos, las modificaciones a los libros de texto de primaria o a los cambios en el Conacyt.
A cuatro años de haber iniciado formalmente su construcción, es evidente que el acompañamiento de la UNESCO no se dio, o se dio, como dice el convenio con Fonatur, “en beneficio del tren maya” y no del ecosistema y de la conservación del medio ambiente. En julio del año pasado, los integrantes del colectivo Selvame del Tren solicitaron a la UNESCO su intervención ante el riesgo del patrimonio natural de la región geológica y geográfica de la península de Yucatán, que al parecer nunca tuvo respuesta.
Conforme a un recurso de revisión emitido por Fonatur el 21 de febrero pasado, desde que inició su construcción acumula prácticamente 3.5 millones de árboles talados o removidos, la mayoría en el Tramo V Cancún-Tulum (2.2 millones). ¿Qué pasó con los compromisos de la UNESCO? ¿En ello tuvo algo que ver que en enero pasado Vacheron dejara su puesto en México?
“No se va a tirar ni un árbol” ha sido otra de las grandes mentiras del presente régimen y siembra dudas sobre posible corrupción con un organismo internacional.