Estrella Rojas
Nuestra Constitución reconoce que México tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas. La conciencia de su identidad indígena deberá ser criterio fundamental para determinar a quiénes se aplican las disposiciones sobre pueblos indígenas.
Se trata de comunidades, que, en muchas ocasiones, sufren del rezago provocado por una injusta e histórica discriminación, que les ha mantenido en la pobreza y la marginación.
Desde hace algunas décadas hemos intentado corregir esta problemática, dando garantías en el ejercicio de los derechos a los pueblos indígenas y a sus integrantes. Ello nos ha llevado a un debate importante de cómo determinar quién es una persona indígena.
Ciertamente la conciencia de identidad indígena como autoidentificación o autoafirmación indígena, es una cuestión de identidad cultural, no carente de polémica, por la carga subjetiva que pudiera tener.
La Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, señala que “Las personas y comunidades indígenas tienen el derecho de pertenecer a uno o varios pueblos indígenas, de acuerdo con la identidad, tradiciones, costumbres y sistemas de pertenencia de cada pueblo.”
La CNDH en el documento “El derecho a la identidad de las personas y los pueblos indígenas”, señala que “La identidad cultural comprende los rasgos, símbolos y características naturales, humanas, sociales, históricas, espirituales, artísticas, económicas y políticas que identifican a una persona y a un grupo.”
El Tribunal Electoral federal, ha resuelto que para acreditar la calidad de indígena, existen requisitos como: pertenecer a un grupo étnico específico, hablar la lengua, identidad cultural compartida y haber realizado trabajo comunitario.
Actualmente, tenemos medios para garantizar que nadie se aproveche de una falsa identidad indígena, y sean ellos quienes tengan acceso a los derechos que les otorga su propia calidad cultural.
Existen tres leyes federales y diversas leyes estatales que protegen el patrimonio cultural indígena, que, al tiempo que buscan incorporarlos al México moderno, se procura el respeto a sus tradiciones y costumbres, a sus lenguas y, de manera prioritaria, a su identidad.
Es una obviedad decir que México sigue estando en deuda con sus pueblos originarios, que hace falta mucho para lograr una plena reivindicación, pero también podemos reconocer los avances logrados.
Los derechos de las personas indígenas y sus pueblos, son más palpables que nunca, tan así, que por primera vez en nuestra historia reciente, podríamos tener a alguien indígena en la presidencia de la República.