Fernando Islas
Hace unos meses cuando Marcelo Ebrard decidió participar en la contienda por la coordinación de la defensa de la 4T, hizo diversas peticiones, entre ellas que una encuestadora sugerida por él pudiera complementar el ejercicio de consulta que se iba a realizar, pidió una y otra vez piso parejo como si el ser canciller no fue un aparador envidiable para lucirse políticamente, y se le concedió, al mismo tiempo se cansó de señalar su cercanía con AMLO, sus cuarenta años de carrera política y que él ya había sucedido al compañero presidente en el lejano 2006, hasta aquí todo pintaba bien para Ebrard.
El detalle estuvo en que pensó que contar con el guiño de la oposición y la clase empresarial le bastaba y dejó de lado el trabajo con la militancia, el tejer alianzas con personajes claves de la cuarta transformación y entre otras cosas el entender que el momento histórico que vivimos requiere de continuidad, no de cambio como su eslogan mencionaba.
Hoy con la nave naufragando ve como sus filas se adelgazan, aunque se dice en los pasillos que su intención era presionar al presidente con la aprobación del presupuesto de egreso, amagando con los diputados y senadores que simpatizaban con su proyecto, estrategia que no podrá realizar en caso que en algún momento hubiera estado en la mesa, porque la lealtad de la gran mayoría de los legisladores están con AMLO y con la operación cicatriz que hizo la Dra. Claudia, prácticamente el segundo lugar de la encuesta se ha quedado con las filas disminuidas.
Habrá que esperar que hace Marcelo, él ha sido claro en Morena ya no hay lugar para él y en el partido ningún espacio queda vacío.