Roberto Mendoza
La fama publica es para muchos el objetivo de su vida, hay personas que se preparan años para ser alguien que destaque de entre los demás de diversas maneras, esta notoriedad siempre es ingrata y efímera. Una de las actividades donde se obtiene cierta notoriedad y fortuna es la política, en nuestro país en poco menos de un año vamos a votar para poner en la administración pública una cantidad enorme de personas, según números del INE: 21,971; estos nuevos servidores públicos tendrán como principal tarea resolver problemas, administrar recursos, proponer nuevas maneras de garantizar nuestra seguridad, salud, educación y otras cosas para hacer, se supone, más fácil y mejor nuestra vida.
628 son los legisladores que vamos a elegir en el Congreso, 128 en el senado, 500 en la cámara de diputados, algunos van a reelegirse, otros regresaran y algunos más será su primera vez en el cargo. El trabajo legislativo no es fácil, es trabajo de muchas facetas que tiene como resultado una gran dosis de frustración, el legislador tiene como objetivo principal crear leyes que se inscribirán en la constitución, hay poco margen para crear una nueva ley, hoy tenemos 136 artículos 19 de ellos transitorios. Crear una nueva ley que se transforme en el artículo 137 es harto difícil, requiere de un trabajo político de convencimiento que inicia con un solo diputado, quien primero pensará, creará y redactará la nueva ley, luego tendrá que justificarla y armonizarla a otras leyes, ver si esta ley necesita de recursos, para entonces justificar ese nuevo gasto, además de contar con una sólida base jurídica y social.
Tendrá que convencer a su coordinador parlamentario de la necesidad de presentarla, buscar un turno ante el pleno, una vez presentada, se mandará a una comisión donde se discutirá; ahí el legislador tendrá que defenderla y convencer a los miembros de esa comisión de que la estudie, la medite y la vote. Miles de leyes duermen en las comisiones desde hace años y varias legislaturas, son batallas perdidas.
Si fuera el caso y se votara en la comisión, no se acaba ahí la negociación política, hay varias luchas más. Convencer al propio grupo parlamentario que la necesidad de una nueva ley en la constitución, también convencer a las otras fuerzas políticas, luego a funcionarios y secretarios de estado y finalmente al presidente. Hay leyes que pasaron de la comisión pero que no siguieron su camino al pleno y están detenidas, el presidente de la Junta de Coordinación Política, el panista Jorge Romero, dio un numero de estas leyes, no todas constitucionales, que están detenidas; son más de cuatro mil, de esas 380 ya se dictaminaron, es decir ya están listas para que las voten en el pleno, incluso 330 son de coincidencia entre la oposición y el bloque oficialista. Esta legislatura sólo ha votado seis leyes nuevas en tres años, dos en lo que va de 2023, dos en 2022 y dos en 2021.
Lograr que haya una nueva ley haría a este legislador relevante, los medios de comunicación se interesarían en él, habría debate fuera de la cámara de diputados, en universidades, centros empresariales, hasta en organizaciones extranjeras, incluso en cafés y en el seno de varias familias. Sería famoso porque las leyes que últimamente se han aprobado son todas iniciativas del presidente, sólo el legisla. Como se demuestra en los hechos, no hay voluntad, pero sobre todo no hay oportunidad de hacer un trabajo relevante en el poder legislativo ¿Cuántos nombres de legisladores ha escuchado usted en tres años? ¿Ha sabido de nuevas leyes que cambien su vida? Hay un solo legislador, los otros 500, en su mayoría obedecen; otros hacen berrinche o sacan pancartas, pero el que manda se llama Andrés Manuel, por eso es ridículo, pero la mayoría del tiempo legislativo, se gasta en efemérides.