Claudia Ramírez Montoya
Querétaro ha experimentado un rápido aumento en su población migrante, pasando a más de 24,000 extranjeros residiendo en el Estado (Censo de Población y Vivienda, 2020).
La idea de que la migración quita el empleo a las personas nativas es errónea; por ley, las empresas pueden emplear máximo un 10% de personal extranjero. Por el contrario, el talento migrante contribuye con el desarrollo económico, incrementa la productividad, complementa las habilidades existentes y diversifica la mano de obra, desarrollando mejor capital humano.
Para potencializar estos beneficios, las organizaciones necesitan líderes incluyentes que fomenten un ambiente de trabajo equitativo y que celebren la diversidad. Los líderes deben ser empáticos y sensibles a las diferencias culturales, promoviendo un entorno seguro que permita a todos expresar sus ideas. Además, los líderes pueden facilitar programas de mentoría que apoyen al colaborador migrante en su transición al nuevo entorno de trabajo.
En un proyecto multidisciplinario, nuestros estudiantes de Estrategia y Transformación de Negocios y de Comunicación, desarrollaron un programa integral de sensibilización y capacitación para las organizaciones que deseen enriquecer su fuerza laboral con talento migrante.
El liderazgo inclusivo no solo es ético, sino que promueve la diversidad y nuevas perspectivas, logrando así mejores resultados en la organización. La migración no es un problema, el problema es la discriminación hacia las personas migrantes.
MT