Los Blanchet/Caldo de Cultivo
Este difícil dilema hizo que yo faltara por primera vez a la santa tradición de pagar los tamales del día de la Candelaria, y todo por no haber controlado mi gula al seguir comiendo más rosca de reyes cuando a mi cuerpo verdaderamente no le hacía falta, después de tanta comilona decembrina, situación de la que nunca me escapo e invariablemente me sale el “baby Yisus” del tradicional pan. Es por eso que pido una enorme disculpa a los que les fallé (ustedes saben quienes son), al no cumplirles el antojo, aunque viéndolo por el lado amable, los libré de incrementar su peso corporal con la masa de los tamales. Créanme que me preocupa su salud y su báscula.
¿En dónde estuvo el dilema? Pues les cuento: soy una mujer de palabra y fielmente tenía toda la intención de cumplir mi compromiso tamalero, pero una propuesta indecorosa por parte de Marido lo cambió todo cuando me preguntó: Blanchet, ¿para el dos de febrero prefieres tamales o uchepos?… eso sólo significaba una cosa: tamales en Querétaro con amigos, conseguirlos (el mismo día, una locura), lavar trastes y repartir itacates, o bien, uchepos en Morelia con amigos, vacación en hotel, no tender camas, gastronomía michoacana, no cocinar, paseos y regresar con itacate. Ustedes, ¿qué hubieran elegido?
Debo confesar que la elección lógica de ir para allá nos generaba algunos temores porque solemos ser algo quisquillosos con el tema de los viajes en temporada alta o de puente con los riesgos del tránsito y los accidentes, seguido de las aglomeraciones, el transitar por estados con altos índices de inseguridad, los infaltables tapones traileriles, el no asistir este lunes al evento al que no nos invitaron en el Teatro de la República con motivo de la celebración de la promulgación de nuestra Constitución, y lo más importante era que la ropa no nos quedara después de tantos uchepos y de los deliciosos postres de Teté.
Al final pudo más la ilusión de asistir a la reunión con nuestros entrañables y antiguos amigos para ponernos al día y recordar viejas anécdotas, siempre y cuando el alemán Alz nos lo permitiera.
Hemos viajado varias veces a esa ciudad con motivo del periódico y emblemático encuentro, pero esta ocasión tuvo un toque diferente ya que, en grupo, nos dimos a la tarea de caminar por gran parte del Centro Histórico, lo que nos permitió apreciar detalles que definitivamente no conocíamos.
Morelia, fundada por el Virrey Don Antonio de Mendoza y renombrada más tarde así en honor a su hijo Don José María Morelos y Pavón, es una ciudad tan llena de historia como Querétaro, comenzando porque tiene un acueducto y hasta un árbol tapizado con chicles, similar a los postes que acá tenemos en la entrada a la colonia Arquitos.
También existen edificios antiguos que hoy son museos, escuelas, universidades importantes y hasta oficinas de gobierno. Un lugar imperdible es el Callejón del Romance (Te Qro, no te me quedes atrás), con decirles que ahí ponen los tradicionales candados, los cuales cuelgan de un corazón de metal, tal y como lo hacen en el tradicional Puente en París, la Pasarela de Solferino.
La única parte triste de este ‘travel’ fue constatar que, al cruzar por el tramo del Lago de Cuitzeo, vimos todo menos agua. La sequía, la deforestación, la contaminación sanitaria con aguas residuales, la extracción excesiva, en pocas palabras, la incesante y devastadora actividad humana, han llevado a Cuitzeo a ser lo mismo que otros lugares: sólo un bello recuerdo.
En fin, esto y más vivimos el pasado fin de semana. Ahora queda claro por qué esta vez elegimos los uchepos con crema, queso y salsa. Y finalmente recomendarles que, de aquí al próximo miércoles se porten bien, porque al que obra mal, ya saben lo que le pasa.
Cambiar por cambiar
La Constitución, como marco legal y político fundamental de una nación, en condiciones normales, debe garantizar y dar soporte a la vida y al desarrollo colectivo armónico. Sin embargo, con el paso del tiempo, las sociedades evolucionan y ciertas situaciones que prevalecieron en la época en la que esta se gestó cambian, desaparecen o surgen otras nuevas, por lo que una Constitución, en cualquier lugar del mundo, difícilmente es un documento estático, incambiable.
Pero una cosa es reformar la Constitución por motivos de adaptarla a las nuevas realidades y otra muy distinta es hacerlo para beneficio del grupo en el poder, para garantizarle su perpetuación en el mismo y para desaparecer los contrapesos que le imponen límites.
Esta tentación es tan común y tan antigua que ya a nadie sorprende cuando se descara. No pocos países en nuestro continente ya experimentaron esa desgracia de la que difícilmente hay vuelta atrás, por lo menos de manera pacífica. México se encuentra en este momento en esa disyuntiva. No es un asunto menor. Las motivaciones son claras y están a la vista. No hay modo de no identificarlas. Estamos a tiempo.
Le esperamos hoy miércoles a las 9:00 de la noche en la KJeta por el Canal 10 de RTQ en señal abierta y de cable, y por streaming en rtq.mx. También le recordamos que tenemos una cita la próxima semana aquí…para echarnos otro caldito.
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