Hoy el PRI tiene en la presidencia a un dirigente que antepone la bravuconería a la razón, la vulgaridad a la generosidad, es capaz, a nombre de todos los priistas, de mandar un mensaje donde presta su hombría a un contrincante para supuestamente defender al país. El partido que creó la idea de la base de las estructuras partidistas y aún es semillero de personalidades políticas merece un líder que no tiene, un pensador serio de tiempo completo, rodeado de voces criticas que lo retaran a ser mejor; en cambio tiene aplaudidores, no todos mexicanos, su principal asesor es un extranjero que desprecia, porque no entiende, nuestra idiosincrasia política.