Logo Al Dialogo

Las palabras que les he dicho son espíritu y vida y, a pesar de esto, algunos de ustedes no cree

25 de agosto 2024

Juan: 6, 55. 60-69

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida”. Al oír sus palabras, muchos discípulos de Jesús dijeron: “Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?”.

Dándose cuenta, Jesús, de que sus discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne, para nada, aprovecha. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida y, a pesar de esto, algunos de ustedes no creen”. (En efecto, Jesús sabía, desde el principio, quiénes no creían y quién lo habría de traicionar.) Después, añadió: “Por eso, les he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede”.

Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con Él. Entonces, Jesús les dijo a los Doce: “¿También ustedes quieren dejarme?”. Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”.

Reflexión

Decidirse por Cristo

Con este domingo, finalizamos la lectura del capítulo 6 de San Juan, que iniciamos hace un mes. Después de la multiplicación del pan, Jesús nos llevó, poco a poco, a descubrir que la verdadera comida, la que da vida eterna, consiste en su Palabra y en su Cuerpo y Sangre.

Con la celebración de hoy, ha llegado el momento de sacar las conclusiones de las largas explicaciones que Jesús nos dio a partir del milagro. Pero no podemos limitarnos a una conclusión teórica, no podemos quedar satisfechos con puras palabras.

Lo que Él exige, de cada uno de nosotros en este momento, es una toma de posición clara y explícita, un compromiso en pro o en contra de Él, tal como ocurrió después de terminar, Jesús, de hablar con la gente de Cafarnaún.

Aquella gente se había entusiasmado al ver el milagro de la multiplicación de los panes, pero, después de haber escuchado las mismas palabras de Jesús, se dividió en tres actitudes o grupos diferentes:

  1. El primer grupo: según San Juan, muchos discípulos no creen en lo que el Señor acaba de declarar, lo critican, lo rechazan. No es la primera vez que los hombres le manifiestan su desacuerdo con Dios.

Por ejemplo, el libro del Éxodo (que cuenta la salida de Egipto y la marcha por el desierto) está colmado por las murmuraciones del pueblo elegido: contra la sed, contra el hambre, contra los distintos peligros posibles. Todo el Antiguo Testamento nos muestra que Israel fue un pueblo rebelde que rechazaba hasta los beneficios de su Dios.

  1. El segundo grupo: al lado de los que se retiran, hay otro grupo que tampoco cree en Cristo, que no deja de criticarlo y, sin embargo, sigue caminando con Él.

No lo dejan por respeto humano o porque esperan volver a comer pan gratis o a tomar de ese famoso vino que comentan, todavía, los de Caná. Algunos ambiciosos anhelan puestos de primer plano en un posible futuro reino terrenal…

En el fondo, todos son hipócritas y aprovechadores. Judas Iscariote es uno de ellos, uno de esos incrédulos que, hasta el final, hasta el abrazo de la traición, tratan de aprovecharse de Jesús.

  1. Por último, se queda un tercer grupo, muy reducido, de discípulos de Cristo: los once, algunas mujeres y otros pocos creyentes. El Señor no los retiene a la fuerza y, por eso, les pregunta: “¿También ustedes quieren marcharse?”, y, entonces, Pedro, hablando por primera vez en nombre de sus compañeros, contesta: “Tu tienes palabras de vida eterna. Nosotros te creemos”.

Así que la primera comunidad en torno a Cristo se constituye a partir de hombres libres que saben decidirse por Él, que hacen frente a la gran mayoría del pueblo y que le seguirán tanto en sus triunfos como en sus fracasos.

Y, ¿nosotros hoy? Nuestro mundo de hoy y la situación actual de los cristianos se parecen al mundo de aquel tiempo. Es la hora de una nueva opción en pro o en contra de Cristo y de la Iglesia.

Debemos imitar la actitud de Josué en la primera lectura de hoy (Josué 24, 1-2a. 15-17. 18b). Llevó a su pueblo hasta la tierra prometida, donde se encontraron con los paganos y sus ídolos. Entonces, reúne a las doce tribus y les pregunta solemnemente si quieren seguir sirviendo a Yahvé o prefieren dar culto a los dioses del país en el que van a vivir.

Y, así, se deciden a renovar su Alianza del Sinaí y ser fieles a su Dios.

MT

Logo Al Dialogo
CREAMOS Y DISTRIBUIMOS
CONTENIDO DE VALOR
DOMICILIO
Avenida Constituyentes 109, int.11, colonia Carretas.
C.P.76050. Santiago de Querétaro, Querétaro.
AD Comunicaciones S de RL de CV
REDES SOCIALES
Logo Al Dialogo
© 2024 AD Comunicaciones / Todos los derechos reservados