Dándose cuenta, Jesús, de que sus discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne, para nada, aprovecha. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida y, a pesar de esto, algunos de ustedes no creen”. (En efecto, Jesús sabía, desde el principio, quiénes no creían y quién lo habría de traicionar.) Después, añadió: “Por eso, les he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede”.