Roberto Mendoza
En este sexenio lo he escrito varias veces, estamos solos, no tenemos un gobierno que cuide nuestra integridad, en materia de salud, sí hay una atención somera de algún padecimiento sencillo pero cuando tenemos una emergencia el gobierno es incapaz de brindarnos la seguridad necesaria, tampoco tenemos garantizada nuestra seguridad personal ante un acto violento ya sea de carácter delictivo o propiciado por un accidente sea natural o por alguna circunstancia donde intervenga la mano de otras personas.
Tampoco está garantizado nuestro futuro, la educación se ha dejado a la deriva, lo único que se ha cumplido en esta materia es una contrarreforma educativa que beneficia a los sindicatos por una razón política, nos hemos alejado de las mediciones internacionales y se ha terminado con las becas de académicos en el extranjero, en educación nos hemos cerrado al mundo y se está implementando una ocurrencia pedagógica que no tiene precedencia y no se sabe exactamente cuál es su fundamento teórico, académico o metodológico.
Se ha cultivado la idea de que el cobro de impuestos es fundamental, es importante para el gobierno que no es nada transparente en la rendición de cuentas y no se sabe en qué gasta el dinero, en muchos lugares, no hay dinero para cosas hasta mínimamente necesarias, como infraestructura hídrica, luz eléctrica o pavimentación, mucho menos tenemos internet para todos. Pero sí hay dinero para supuestas obras de corte épico como el Tren Maya o la Refinería de dos bocas, ambas obras, no funcionan.
Este contexto es el que enmarca los sucesos de la semana pasada en Taxco, Guerrero, donde primero una niña perdió la vida, no sabemos a manos de quién o en qué circunstancias, quizá no lo lleguemos a saber, esta lamentable muerte aparentemente justificó que algunos de los pobladores de esa ciudad lincharan a una mujer y a su hijo. Estos actos en donde se hace “justicia” por la mano de la población han aumentado en este sexenio, según un estudio de Raúl Rodríguez Guillén y Norma Ilse Veloz Ávila, investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana, entre 2016 y 2022 ya había mil 600 actos de linchamiento en el país, casi tres de estos sucesos al mes, la organización Causa en común afirma que entre 2020 y 2023 se registraron 129 más 694 intentos. La propia CNDH en su informe de actividades 2022 advierte: “… La falta de seguimiento a casos de linchamiento por parte de las autoridades de los tres niveles de gobierno, resulta ser otro factor determinante en la atención y erradicación del fenómeno, pues en el mejor de los casos, las autoridades responsables reportan la apertura de una carpeta de investigación y, en contadas ocasiones, se reportan detenidos… Los linchamientos no pueden ser vistos como acciones legítimas y mucho menos una vía para alcanzar la verdad y la justicia…”
Si el pueblo, siente y se permite tomar la acción de impartir justicia con su mano y sus recursos estamos todos, muy cerca del caos y la ingobernabilidad, se justifica cualquier cacería de brujas, encontrar culpable a cualquiera de cualquier cosa en un juicio sumario. El gobierno ha debilitado el entramado del Estado que juro proteger, estamos solos y en peligro inminente, no sabemos a qué autoridad recurrir si en nuestra vida se presenta una injusticia y es más fácil apelar al hartazgo de los demás, que se sienten en igual indefensión, al sentimiento último de la masa que no tiene nombre, no conoce de leyes y actúa por instinto, no se busca la justicia o la seguridad, se desata la furia de la venganza, es el hartazgo de abrazar delincuentes, nadie nos hace caso y ahora nos engañan diciendo que en una supuesta continuidad, sí habrá honestidad, sabemos que no y lo que pasó en Taxco, es una respuesta.