El presidente Donald Trump se vanagloria de su amistad con los líderes de China y Corea del Norte, pero parece celoso cuando sus dos amigos pasan tiempo juntos. Alguna vez se quejó de que el presidente de China Xi Jinping alentó al presidente de Corea del Norte Kim Jong-un a adoptar una postura más dura en su diplomacia nuclear con Estados Unidos.
Así que cuando el presidente chino anunció una visita sorpresa a Corea del Norte esta semana, Trump reaccionó apresurándose a precisar su propia cita con Xi, una “reunión extendida” en Osaka, Japón, una semana después. “Tuve una muy buena conversación telefónica con el presidente Xi”, publicó en Twitter un Trump entusiasta.
Fue solo la estrategia más reciente en lo que se ha convertido en una especie de danza de autócratas, donde participa un trío de socios improbables cuyos motivos para asociarse son profundamente divergentes, pero cuyos intereses en ocasiones empatan. Sus llamadas telefónicas, cartas y reuniones frente a frente revelan cómo fluctúa el equilibrio del poder entre los tres, dependiendo de los vientos geopolíticos y las propias circunstancias políticas de su país.
La llamada entre Trump y Xi —iniciada por Trump, según los medios estatales de China— sugirió que no quiere que se le deje al margen en una negociación que considera uno de sus proyectos clave en materia de política exterior. Pero, además, el que haya realizado esta llamada, le otorgó potencia al mercado de valores el día en el que el presidente lanzó formalmente su apuesta de reelección, puesto que para los inversionistas fue un signo de que Estados Unidos y China podrían por fin acabar con su debilitante guerra comercial.
Si acaso, Xi enfrenta una mayor presión que Trump en relación con los aranceles, sin mencionar a los manifestantes molestos que han salido a las calles de Hong Kong. Y para Kim, quien todavía se está aliviando de las heridas de su reunión fallida con Trump en febrero, la tan anhelada visita del presidente chino, programada para comenzar el jueves, es otro paso en su regreso al escenario mundial.
En vista de todas estas contracorrientes, parecía inconcebible que el momento para la visita de Xi a Pionyang, la capital de Corea del Norte, fuese accidental. Los funcionarios gubernamentales dijeron que esperaban que el líder chino tratara de avanzar con Kim en las negociaciones nucleares y luego usara eso como ventaja con Trump en las negociaciones sobre comercio, cuando se reúnan en la cumbre del Grupo de los 20 en Osaka.