Directora del Departamento de Medios y Cultura Digital del Tec de Monterrey Región Centro-Sur
Se ha alertado en foros educativos, parentales y psicológicos cómo las redes sociales pueden traer efectos nocivos en la niñez y juventud. Documentales como ‘El dilema de las redes sociales’ en Netflix son referencia de los peligros de estos nuevos medios. Pero aquí propongo apreciar una de las, quizás, pocas pero reales consecuencias benéficas de usarlas: la movilización.
Jesús Martín Barbero, con su teoría de las “mediaciones”, nos iluminó para ver la comunicación como un acto de relación, con una dimensión de intercambio cultural y de negociación política. Comunicarnos nos permite relacionarnos, entender la realidad, compartirla y crear espacios de deliberación.
Las redes sociales fueron un factor determinante en la primavera árabe. Muchas de sus movilizaciones masivas difícilmente podrían imaginarse sin la velocidad y alcance de las redes. En el sismo de 2017 se articuló no solo información verificada del desastre, sino también una red de ayuda y suministros en zonas afectadas.
Sin las redes hoy no puede entenderse la coordinación de movimientos sociales y, sobre todo, la posibilidad de visibilizar demandas justas y testimonios. Sí, abunda el ruido. Sí, se cometen abusos. Pero también se da un concierto de voces que de otra manera estaríamos sordos a reconocerlas. Con un gran poder viene una gran responsabilidad. Mi propuesta es no demonizar, sino quizás apostar a educar en el consumo y producción responsable en el uso de esta herramienta del S. XXI que llegó para quedarse.
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