“Las emociones impactan sobre el aprendizaje. El Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) ha realizado una investigación en torno a este tema; el estudio correspondiente concluye, que las emociones no existen tal como una nebulosa, sino en cinco espectros diferentes: cada espectro afecta de manera peculiar al rendimiento general. Los espectros son los siguientes, ansiedad, aburrimiento, frustración, desanimo, terror”.
(‘Una nueva educación para todos’, escuela20.com)
Alguien dijo que la primera baja en una contienda es la verdad. Algo así le sucede a la Reforma Educativa. Mientras unos se ufanan que la reforma camina y camina bien, a pesar de todos los pesares, y anuncian que dentro de veinte años se verán sus efectos. Todos sabemos que el sexenio se termina dentro de tres años, y si hay algo que distingue a los gobiernos mexicanos es su falta de continuidad. ¿O qué, los actuales gobernantes piensan tener el mando tres sexenios más? Otros nos anuncian que por cada maestro a evaluar se movilizaron dos o más militares con todo su armamento, el ligero y en ocasiones el pesado: Aquí mismo, en el pacífico Querétaro, se acompañó con policías a los maestros inconformes y se detuvieron a dos de ellos. En otros estados, los docentes se quejan de que fueron cooptados para obligarlos a presentar el examen, aun en contra de su voluntad, que faltaban computadoras y que en general no había las condiciones necesarias para aplicar un examen tan trascendente para los interesados. Lo que sí se puede concluir es que se ha llevado a la educación al desorden y a la contienda, es decir a la deseducación.
Tal parece que a los encargados de implantar la reforma educativa no saben, no pueden o no quieren. No buscan acuerdos, tampoco midieron las dimensiones del problema, ni calcularon la intensidad de las emociones que desencadenarían en el magisterio. Porque las reacciones más virulentas se han dado en las entidades tradicionalmente más combativas, pero el desconcierto, molestia y malestar de los maestros es casi general, y eso no ayuda a la educación del país.Los comerciales que presentan maestros satisfechos con la reforma son tan ofensivos como las falsedades de que no está en juego la estabilidad laborar de los mismos. En suma, podemos decir, siguiendo al MIT, que entre los maestros deambulan los cinco espectros, la ansiedad, el aburrimiento, la frustración, el desánimo y el terror.
Los maestros forman un todo integrado con sus alumnos, sus emociones, afectan de una u otra forma a sus discípulos. El sistema educativo sigue operando, pero no se puede tener certeza de cómo funciona. Por diversas vías la contienda llegó a las aulas y es hora de frenar sus efectos negativos.
No hay una explicación que permita entender el empecinamiento por controlar o doblegar a los maestros, el gobierno debe entender que con estas medidas no lo va a lograr. Esto ya rebasó a las intenciones de la reforma. La Secretaría de Educación Pública y sus respectivos órganos descentralizados, deben asumir otra actitud antes de que sea tarde. Si son políticos, que se dediquen a hacer política y no a saciar sus apetitos de poder. Se hace necesario el acercamiento real, no el de la foto el de la televisión o la propaganda. Urgen los consensos y el dialogo. El Sistema Educativo debe ser conducido por manos hábiles y expertas, que las hay, hacia el orden creativo, civilizatorio, no al autoritarismo destructivo. Ese orden constructor, evidenciará a los que tienen intereses que no son estrictamente educativos. La sociedad debe enterarse de las intenciones malsanas que se esconden detrás de la supuesta preocupación educativa, así se obligará a que las contrapartes se auto contengan o carguen con la responsabilidad correspondiente. No se vale el daño que se le está haciendo a la educación por los intereses económicos-gremiales de unos o las pretensiones de proyectarse para el 2018 de los otros.
Hay que escuchar a las voces autorizadas y limpias que han manifestado su preocupación por la educación de México. Debe haber diálogos públicos. Primero capacitar y luego evaluar. Evaluaciones no tan draconianas, más concertadas. Dejar de lado el linchamiento mediático de los profesores. Confiar en la mayoría de los maestros que están dispuestos como siempre a entregar el alma por sus alumnos. Sin olvidar que la educación es en esencia la regeneración nacional, la esperanza, el futuro y nuestra salvación.
Por: Amado López Guerra
