Somos una sociedad decaída a consecuencia de las burlas reiteradas de la clase política. El propósito es minar la autoestima del pueblo a través del repudio de su pasado, para tratar de domesticar el histórico espíritu libertario del pueblo mexicano. Se busca generar una crisis de identidad y un vacío espiritual que pueda ser llenado con mensajes propagandísticos artificiales, diseñados directamente por la clase política y empresarial para desarticular las redes de confianza y de acción colectiva, la idea es que aceptemos el desmantelamiento y el robo del patrimonio nacional, a partir de poner de cabeza a la historia nacional. (John M. Ackerman. 2015. “El mito de la transición democrática”. Editorial Planeta Mexicana. México).
De los cambios que se le han hecho al Plan de Estudios de la Educación Básica, uno de los más dañinos, es aquel que convierte a la enseñanza de la historia en una asignatura sinsentido, pues no sirve para despertar en los niños y adolescentes, en plena formación, la pertenencia, la comprensión de la sociedad en la que viven, y la visión del futuro de nuestro proyecto de nación, que tanto nos ha costado construir. El aliento de nuestro pasado es poderoso, por eso debemos restituir el valor de su enseñanza. Nuestra historia está llena de hechos heroicos del pueblo, casi siempre traicionado por los que mandan. Somos la única nación del mundo que ha enfrentado por más de 200 años a la potencia más poderosa de toda la historia. Revivamos una de esas páginas, inexplicablemente poco conocida, la Batalla de la Angostura. (Carlos Pereyra y otros. 1981. “Historia ¿para qué?”. Siglo veintiuno editores. México).
En el marco de la Guerra entre México y los Estados Unidos 1846-1848. El ejército norteamericano avanza desde el norte y toma la ciudad de Monterrey, con grandes pérdidas para ellos, infringidas por lo que quedaba del ejército regular, derrotado varias veces y los habitantes de la ciudad, que habían decidido defender ferozmente su patria chica. El ejército norteamericano, a las órdenes del general Zacarías Taylor, avanza rumbo a Saltillo. El ejército mexicano, dirigido por Antonio López de Santa, viene a marchas forzadas desde San Luis Potosí. De los 18,000 hombres reclutados, cuatro mil mueren de hambre y sed en la travesía del desierto. Los ejércitos se encuentran frente a frente, el 22 de febrero de 1947, en un lugar conocido como La Angostura o Buena Vista, a unos kilómetros de Saltillo. El ejército mexicano estaba integrado por 22,000 soldados y el norteamericano por 12,000. Sobra decir que los norteamericanos estaban perfectamente pertrechados y descansados, mientras la tropa mexicana, había recorrido la víspera la distancia que hay entre San Luis y Saltillo. Los mexicanos traían en sus bolsillos maíz y trigo para comer, poco parque y algunos casos ni siquiera eso. (Krystyna M. Libura, Mónica Solórzano Z. 2004. “Ecos de la Guerra entre México y los Estados Unidos”. Ediciones Tecolote. México).
Los estrategas norteamericanos se dan cuenta de que cometieron el error de no ocupar la loma más alta del terreno en donde se libraría el enfrentamiento, y considerando a la formidable caballería mexicana, decidieron ocupar las colinas. El ejército norteamericano se lanza a la toma de la colina más alta, el ejército mexicano hace lo mismo, luego de fieros combates los mexicanos se posesionan del lugar elevado. Los norteamericanos se atrincheran en las colinas circundantes, colocando una batería en cada loma, mismas que son atacadas y tomadas, una a una por el ejército nacional, con grandes pérdidas.
En las cargas algunos soldados mexicanos no tenían parque, sólo contaban con sus bayonetas. Al acercarse la noche, los norteamericanos habían sido obligados a concentrarse en una sola loma. El ánimo de los invasores era de derrota y muerte, muchos de ellos escribieron mensajes de despedida para sus familiares y dejaban sus anillos de matrimonio encajados en la tierra con su bayoneta. Estaban seguros de que al otro día todos iban a morir. Inexplicablemente López de Santa Anna ordena la retirada durante la noche. La victoria obtenida con valor y sacrificio por la tropa mexicana, fue convertida en derrota táctica por su jefe. La enseñanza de La Angostura es que el pueblo mexicano es capaz de cualquier cosa, de grandes hazañas de Guerra y Paz. (Rafael F. Muños. 1984. Santa Anna. “El dictador resplandeciente”. Fondo de Cultura Económica. México).
Por: Amado López