El siglo 21 sería impensable sin la presencia de las mujeres en los diferentes ámbitos: político, social y económico. A pesar de que en México no se ha alcanzado la igualdad plena entre mujeres y hombres, hay avances sustanciales especialmente en el ámbito legislativo, en donde las acciones afirmativas -cuotas o paridad- han presionado para lograr la incorporación de más mujeres legisladoras. En México, la paridad ya es una obligación constitucional -enero 2012-, lo que se refleja en un incremento porcentual importante en congresos federal y locales.
En el ámbito ejecutivo mundial, desde que se aprobó el sufragio femenino, solo 31 países han tenido mujeres en el cargo de Jefas de Estado, acumulando 70 en total desde que una mujer fue designada como titular del Ejecutivo.
Al día de hoy, solo en 15 países gobiernan mujeres; son: Alemania, Chile, Corea del Sur, Croacia, Estonia,Gran Bretaña, Islas Marshall, Jamaica, Liberia, Lituania, Malta, Mauricio, Nepal, Noruega y Taiwán.
En América Latina y el Caribe, en cuarenta años ha habido 10 Presidentas o Primeras Ministras; con la salida de Dilma Rousseff, quedan dos mujeres que gobiernan. Una en Chile y otra en Jamaica. Probablemente en noviembre se sume a la lista la primera mujer Presidenta del país más poderoso.
Avances hay, aunque son insuficientes si partimos que en el mundo hay 194 estados soberanos reconocidos por la ONU, resulta que menos del 8 por ciento son gobernados por mujeres. Con estas cifras, el mundo del siglo 21 está en deuda con los grupos de mujeres que demandaron, hace casi dos siglos, su derecho político de votar y ser votadas, las llamadas sufragistas.
En la segunda mitad del siglo 19 se puede ubicar el movimiento internacional por el sufragio femenino, el de las sufragistas. Fue un movimiento reformista social, económico y político que promovía el derecho a votar de las mujeres; abogaba por el “sufragio igual” en lugar del “sufragio universal”, mismo en el que no se incluía a las mujeres.
Las sufragistas eran miembros de diferentes asociaciones con el mismo objetivo, pero usando diferentes tácticas; por ejemplo, las sufragistas británicas se caracterizaban por una defensa más combativa seguidas por las alemanas y estadounidenses, luego escandinavas y holandesas; en otros países se logró desde las instituciones del estado mediante leyes que fueron impulsadas directamente por mujeres en la política.
En 1893 se aprobó en Nueva Zelanda el primer sufragio femenino con la restricción de solo votar y no ser votadas. En Europa, el primer país en conseguir el voto fue Finlandia en 1906; en América Latina, Uruguay en 1927; en México, 1953.
Si bien el voto llegó a Suiza hasta 1971, hay países con características culturales y religiosas en los que las mujeres tienen pocos años de ejercer su derecho a sufragar, como en Arabia Saudita en 2015 -solo en elecciones locales- en 2006 en los Emiratos árabes y en 2005 en Kuwait.
El movimiento sufragista no fue masivo, arraigó con más fuerza en las mujeres urbanas de clase media con cierto grado de educación, que buscaba la plena igualdad en derechos respecto a los hombres, y que es el paso previo al movimiento feminista
Las demandas siguieron siendo las mismas: el derecho al voto, acceso a la educación y al trabajo en condiciones dignas; la equidad de sexos para evitar la subordinación de la mujer y la doble moral sexual.
El impacto de estos dos movimientos en el mundo actual, fue la movilización colectiva desde las organizaciones de mujeresque se amplió a otros países, a más mujeres y hombres que hoy son parte fundamental en la construcción de una sociedad más equitativa e igualitaria.
Hoy es común ver faldas y vestidos, tacones y collares en donde antes predominaban pantalones y corbatas. Con el voto, nacieron nuevas exigencias a los gobiernos democráticos para que inviertan esfuerzos y recursos en aras de la igualdad de género y el acceso de las mujeres a puestos de mando en lo social, político y económico.
¡Las mujeres no queremos ni más ni menos!
Por: Patricia Espinosa Torres