Las posturas radicales colocan a grupos antagónicos en estados de reacción automáticos que les impiden pensar en las consecuencias de sus actos. El costo puede llegar a ser mayor que la solución o beneficio futuro que buscaban. Algunos ejemplos: gobiernos en paro, otros en cambios de presidente, unos tomados por los chalecos amarillos y muchos con muertes provocadas por la violencia o la miseria. ¿Qué convierte la reacción lógica en reflejo o instinto animal?
António Damásio, en su libro ‘En busca de Spinoza: neurobiología de la emoción y los sentimientos’, describe el cómo nuestro organismo, la maquinaria que genera las emociones, busca conservar la seguridad de nosotros modulando nuestra biología emocional. Describe el camino que lleva de las ideas o creencias a los sentimientos, que posteriormente automatizan emociones.
Un ejemplo pueden ser los conflictos que, con el paso del tiempo, determinan posturas antagónicas creando una sensación de peligro inminente a nuestra integridad o riesgo de nuestra forma de vida. En este punto, una idea o creencia ha generado en la persona emociones que se activan para protegerse del estado que genera la sensación de peligro. El miedo, la ira, la rabia y otros sentimientos son activados como reflejos orgánicos.
El conflicto es la suma de emociones que orienta hacia una postura social inamovible. El diálogo no existe y la violencia emerge como el único camino. La movilización social confirma que el estado de una persona en riesgo es compartido por miles y las respuestas ahora se convierten en causas comunes. Aparece la irracionalidad social.
Sin embargo, Damásio advierte que es posible anular el automatismo y la inconsciencia tiránica de la maquinaria emocional, si se puede controlar nuestra interacción con los objetos que causan esas emociones. Aunque el proceso es individual, valdría la pena trabajar socialmente y en cada uno de nosotros para evitar formar parte de esta turba irracional. ¿Usted qué opina?