Paul Krugman
La Ley de Atención Médica Asequible (ACA, por su sigla en inglés) fue una reforma imperfecta e incompleta. Los compromisos políticos necesarios para que se aprobara en el Congreso crearon un sistema complejo en cuyos vacíos caían demasiadas personas. También estuvo mal financiada, razón por la cual los deducibles a veces son desagradablemente elevados. Además, la ley ha enfrentado sabotaje tanto de los gobiernos estatales controlados por el Partido Republicano como, desde 2017, del gobierno de Trump.
Sin embargo, a pesar de todo, la ley ha mejorado considerablemente la vida de muchos estadounidenses y, en muchos casos, ha salvado vidas que de otro modo se habrían perdido debido a la atención médica inadecuada. El progreso ha sido más marcado en estados que han tratado de hacer que la ley funcione. Antes de que ACA entrara en vigor, un 24 por ciento de los adultos de California demasiado jóvenes para Medicare no estaban asegurados. Hoy ese número se redujo a un 10 por ciento. En Virginia Occidental, el porcentaje de personas no aseguradas disminuyó del 21 a 9 por ciento. En Kentucky, disminuyó del 21 a 7 por ciento.
En general, alrededor de veinte millones de estadounidenses que no habrían tenido seguro médico sin la ACA ahora lo tienen.
Al mismo tiempo, ninguna de las predicciones funestas que hicieron los conservadores sobre la ley se ha vuelto realidad. No estropeó el presupuesto; de hecho, los déficits disminuyeron de manera continua incluso mientas ACA entraba en vigor. No desalentó a los trabajadores de encontrar puestos: el empleo de los estadounidenses en sus años laborales más productivos regresó a donde se encontraba antes de la crisis financiera. Y a pesar de los mejores esfuerzos de Donald Trump para debilitarlo, el sistema no está en una “espiral de la muerte”: las aseguradoras están ganando dinero y las primas se han estabilizado.
En resumen, Obamacare es una historia de éxito. Y el público estadounidense en verdad desaprueba los intentos republicanos de destruirlo, que fue supuestamente la principal razón por la que les fue tan bien a los demócratas en las elecciones intermedias.
Sin embargo, a los republicanos todavía les repugna la idea de ayudar a que los estadounidenses tengan la atención médica que necesitan. Todavía están decididos a revertir el progreso que hemos logrado.