Jose Luis Oliva
Turismo 4.0
Querida lectora, la vida es fluir, todo el tiempo así es, algo que puede dar consuelo al vértigo de una catarata, es el ritmo, por ejemplo, este de leer todos los sábados historias de viajeras que saben disfrutar la vida. Comparta sus historias a [email protected] se publican en forma anónima. Anímese y vera lo liberador que es.
Las cataratas son sin duda la imagen más recurrente del viajero que gusta de la naturaleza, según la OMT de la ONU, son tres los escenarios posibles de un viaje Ciudad, Naturaleza y Vestigios. Dentro de los de naturaleza las cataratas merecen mención aparte, desarrollan regiones completas con los ecosistemas turísticos que generan, son, además, insignia de todo turista consumado.
- Los extremos y el centro. Fue muy curioso como nos conocimos, mido 1.85, en Noruega soy alta, pero nada de llamar la atención. Vladimir me atrajo desde que lo vi , no solo por ser peruano, sino porqué a pesar de medir 1.60, me trataba sin complejos. Cuando me dijo que lo importante de las cataratas no era la altura sino la cantidad de agua, de energía, que fluía por ellas, me enamoré de inmediato y el hace 15 años, la edad de nuestro primer hijo.
- Todo es relativo. Cuando me divorcié por primera vez fui a las catartas del Niagara, sentía que necesitaba ver algo muy intenso para distarme mi mente de los pensamientos obsesivos. Desde entonces me convertí en fan de las cataratas, he visitado 15, sin duda las más impresionantes son las del río Congo, hay decenas, todas ellas con una energía que ¡arrastra!. Fui con mi nieta y mi actual esposo 10 años más joven que yo.
- Los chorros de novios. Pues mira, cascadas no hay en Venezuela, son saltos de agua, si son altos pero nada que ver la cantidad de agua de las verdaderas cascadas. Los chorros del cura están a casi dos horas de Caracas, eran muy famosos en mi época, antes de Chávez, porque te subías al coche con tu novio y hasta decías vamos a ver “los chorros del cura” y ya todos sabían que no llegabas ni al Parque Miranda a la salida de Caracas. Ahora no creo que nadie tenga gasolina y ni siquiera coche para irse de novios a “los chorro del cura”.