¿Por qué el Partido Republicano se ha vuelto un habilitador sistemático del terrorismo?
No finjan sorpresa. Solo vean las respuestas del Partido Republicano a la masacre de El Paso; han ido de lo absurdo (¡culpar a los videojuegos!) a lo casi honesto (¿quién habría esperado que Ted Cruz, de entre todos ellos, se pronunciaría en contra de la supremacía blanca?). Sin embargo, hasta donde sé, ningún republicano destacado ha siquiera insinuado el vínculo evidente entre las repetidas incitaciones a la violencia de Donald Trump y el aumento significativo de los crímenes de odio.
Así que el partido sigue cerrando filas detrás de un hombre que se podría decir que ha hecho más para promover la violencia racial que ningún otro estadounidense desde Nathan Bedford Forrest, quien ayudó a crear el Ku Klux Klan, una organización terrorista (si es que alguna vez hubo organización) y a quien recientemente rindió honores el gobernador republicano de Tennessee.
En cualquier caso, la complicidad del partido inició mucho antes de que Trump entrara en escena. Hace más de una década, el Departamento de Seguridad Nacional emitió un informe en el que advertía sobre el crecimiento repentino de un extremismo de derecha. El informe fue profético, por decir lo menos. Sin embargo, cuando los republicanos del Congreso tuvieron conocimiento de este informe, se enfurecieron, exigieron la renuncia de Janet Napolitano, quien dirigía dicha agencia, e insistieron en que incluso el uso del término “extremismo de derecha” era inaceptable.
Esta respuesta negativa fue efectiva: Seguridad Nacional redujo de manera importante sus esfuerzos de vigilancia y desvió la que ya se estaba convirtiendo en una amenaza importante. En la práctica, los republicanos intimidaron a las autoridades a fin de crear un espacio seguro para los terroristas potenciales, siempre y cuando sus impulsos violentos estuvieran motivados por el tipo correcto de odio.
Pero, ¿por qué hicieron eso? ¿Acaso el Partido Republicano es ahora un partido de nacionalistas blancos?
No, no exactamente. Sin duda, algunos miembros del Congreso, un importante número de funcionarios del gobierno de Trump, entre los que, por supuesto se encuentra el “tuitero en jefe”, son sin duda supremacistas blancos.