Los habitantes de la frontera entre Colombia y Venezuela, por el sector de Norte de Santander, están convencidos que la noche oscura proseguirá no obstante lo expresado en las últimas horas por los presidentes Nicolás Maduro, Venezuela, y Donald Trump, Estados Unidos, sobre el posible retiro del primero.
La pesadilla que empezó el 19 de abril de 2013 cuando se posesionó Maduro y que se acrecentó el 19 de agosto de 2015, cuando el Gobierno Bolivariano decidió el cierre unilateral de la frontera con Colombia.
La razón para creer que no pasará nada y Maduro proseguirá, es que Venezuela, a pesar de no tener las divisas que antes llegaban a raudales, tiene aliados poderosos como Rusia y China que no han permitido una agresión militar, porque no se pueden dar el lujo de un conflicto, porque son conscientes que eso sería caer en el juego del Gobierno de Estados Unidos, en manos de Donald Trump.
Maduro, además tiene en el bolsillo a los militares de mayor rango y un ejército ilegal llamado ‘comandos rojos’, que atemorizan a la población, con el visto bueno de las autoridades.
Desde el 2015, el fenómeno de la migración de venezolanos y colombianos que optaron por regresar al país fue creciendo de manera desenfrenada, especialmente por el Norte de Santander.
La llegada desordenada provocó mayor desempleo en Cúcuta. Según las estadísticas del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), el Área Metropolitana de Cúcuta –que comprende el municipio capital y Los Patios, Villa del Rosario, Puerto Santander, El Zulia y San Cayetano-, ocupa las primeras tasas de desempleo, por encima de la media nacional, en los últimos años.
Otro de los indicadores que evidencia un problema estructural del empleo en Cúcuta es la informalidad que es una de las más alta del país.
La migración motivó una creciente ola de violencia, por cuanto la zona es ruta obligada de las diferentes bandas del narcotráfico que tienen en el Catatumbo, una de las mayores despensas del país para el cultivo y comercialización de la coca.