A menudo las crisis internacionales conducen, al menos inicialmente, a un creciente apoyo al liderazgo de un país
Paul Krugman
Eso es justo lo que está sucediendo ahora. Apenas hace unas semanas, el mandatario de la nación enfrentó un descontento público tan intenso que su control del poder pareció tambalearse. Ahora, el asesinato del general Qasem Soleimani ha transformado la situación, generando una ola de patriotismo que ha reafirmado en gran medida a la clase gobernante.
Por desgracia, estas movilizaciones patriotas en torno a la bandera no están ocurriendo en Estados Unidos, donde muchos (con buena razón) sospechan profundamente de los motivos de Donald Trump, sino en Irán.
En otras palabras, el intento más reciente de Trump de acosar a otro país ha resultado contraproducente, casi como todos sus intentos anteriores.
Desde sus primeros días en el cargo, Trump ha actuado con la evidente creencia de que puede intimidar fácilmente a los Gobiernos extranjeros, que de inmediato se rendirán y se dejarán humillar. Es decir, se imaginó que enfrentaba a un mundo de Lindsey Grahams, dispuestos a abandonar toda dignidad al primer indicio de un desafío.
Sin embargo, su estrategia sigue fallando; los regímenes a los que amenaza se fortalecen en lugar de debilitarse y Trump es el único que acaba haciendo concesiones humillantes.
¿Recuerdan, por ejemplo, cuando Trump prometió “fuego y furia” si Corea del Norte no ponía un alto a su programa de armas nucleares? Afirmó que había ganado después de una cumbre de 2018 en la que se reunió con Kim Jong-un, el mandatario de Corea del Norte. No obstante, Kim no hizo ninguna concesión real y Corea del Norte anunció recientemente que podría reanudar sus pruebas con armas nucleares y misiles de largo alcance.
Consideren la guerra comercial con China, que se suponía que pondría de rodillas a los chinos. Supuestamente se logró un acuerdo, aunque todavía no se conocen muchos detalles; lo que está claro es que se queda corto en relación con los objetivos estadounidenses y que los funcionarios chinos están contentos por el éxito que han tenido al enfrentar a Trump.