México fue culpable por las fallas en el debido proceso en las investigaciones
Sergio Arellano
Derivado de que México es miembro de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y, por ende, estamos adscritos a la jurisdicción de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), es importante que usted, estimada o estimado lector, conozca los casos en los que el estado mexicano fue señalado como culpable. Es cierto que contamos con nuestros propios tribunales, pero también necesitamos un respaldo de legalidad cuando estos nos fallan. En este artículo quiero relatarles algunos de los asuntos jurídicos más emblemáticos en cuanto a violaciones a derechos humanos.
Para ir armando un compendio, en primer lugar encontramos el caso de Jorge Castañeda, el cual hizo hincapié en la imposibilidad de contender en la esfera electoral, en vista de que nuestra legislación delimitaba restricciones a la participación sin partido político. Aquí empezábamos a hablar de candidaturas independientes. Después, apuntaría el caso González, mejor conocido como el del “campo algodonero”, en donde se visibilizó una reprochable situación de discriminación y violencia en contra mujeres en Ciudad Juárez; asimismo, México fue culpable por las fallas en el debido proceso en las investigaciones. Continúo con el inolvidable y pragmático asunto de Rosendo Radilla Pacheco, en donde tuvo cabida una detención en un retén y una posterior desaparición forzada; eventualidad que provocó la adecuación constitucional del artículo 1º y la evolución de las garantías individuales.
Prosigo ahora con el caso Fernández Ortega, mismo que exhibió el abuso de las fuerzas armadas al violar y maltratar a mujeres indígenas en la comunidad de Me’phaa. Haciendo un paréntesis en su lectura, ¿tenía conocimiento de estos hechos? Me parece que estos actos han sido minimizados por la opinión pública. Sigo contándoles. El caso Cabrera García trata de unos campesinos que se opusieron a la tala indiscriminada de árboles; los elementos del ejército los detuvieron, encarcelaron y los obligaron a firmar confesiones de delitos fabricados. Escenario irreal. Para concluir y cerrando la reflexión, me pregunto qué tan ajena está la sociedad de estas arbitrariedades. Qué está pasando con la procuración y administración de justicia. Pongamos el dedo en el renglón.