Que los niños de ahora ya vienen cargados con otro chip… ojalá

Los Blanchet

A estas alturas todos sabemos que los cambios en el mundo se dan a una mayor velocidad que, digamos, la del siglo pasado. Las causas pueden ser muchas: la sobrepoblación –comprobada a través de experimentos de laboratorio–, el vertiginoso desarrollo tecnológico y de los medios de comunicación y hasta el anunciado ascenso del planeta hace un mayor nivel vibratorio, muy discutible, pero probablemente validado por el aumento en la frecuencia de la resonancia Schumann, detectada en los últimos años.

Pero, independientemente de las causas, para los nacidos a finales del siglo pasado, o ya en el XXI, la referencia de un mundo más estable –con cambios, sí, pero menos frenéticos– pudiera ser difícil de entender. Me mueve el recuerdo de mi padre con un empleo que tuvo como ingeniero por 32 años (duración impensable en estos tiempos), con un ingreso que era suficiente para la manutención de la casa (también impensable ahora), y una vida con menos riesgos. Entonces, poco se hablaba de secuestros, de asaltos y nada sobre inflación, fraudes bancarios, robo de identidad, narcotráfico ni de huachicol (“¿qué es eso?” hubiéramos preguntado poniendo cara de ‘what?’). Lo más deleznable de aquellos tiempos eran los fayuqueros, especie que se extinguió con la apertura de las fronteras y el TLC.

Como niños, salíamos a jugar futbol o “tochito” en nuestra propia calle sin ninguna preocupación para nuestros padres, otra cosa impensable en la actualidad. Aunque el ‘bullying’ sí estaba a la orden del día: parecía mandatorio que el vecinito de mayor edad le hiciera la vida miserable a los más pequeños.

Mejor o no que el mundo actual, el del siglo pasado, en general, permitía algún grado de predecibilidad en la vida familiar, en la economía, en las finanzas y en el comercio.

Pero como en la parábola de la rana en la olla a fuego lento, la incertidumbre llegó para quedarse. La corrupción y la impericia política nos trajeron sacudidas como el disparo de la inflación en los tiempos de Luis Echeverría, el error de diciembre en los de Salinas-Zedillo, el colapso bancario con su engendro, el Fobaproa, la inestabilidad en el precio de los hidrocarburos, el colapso inmobiliario y más, mucha más corrupción e ineptitud administrativa. A eso, agreguemos el efecto de la pandemia, con su estela de pérdidas humanas y económicas, y el cuadro se completa.

Que los niños de ahora ya vienen cargados con otro chip… ojalá. Las amenazas, la inestabilidad y la incertidumbre seguirán siendo el común denominador de estos años hasta nuevo aviso. Sigamos preparados para cualquier cosa.

GRRRRRR

La gente que es cercana a nosotros conoce que somos amantes y defensores de los animales, pero definitivamente los felinos son nuestro delirio. Es por eso que nos resultó interesante que el pasado 1 de febrero haya entrado en vigor, funciones u oficialmente en el calendario chino, el “Año del Tigre”. En lo absoluto, somos expertos en el tema, ya que sabemos que adentrarse a esa materia conlleva años de estudio, pero es de llamar la atención que dicha fecha aparezca en la mayoría de las agendas y eso nos condujo a investigar sobre el particular.

Lo primero que descubrimos es que el calendario chino está basado en números y está representado por distintos animales. Pensé: ah, entonces de ahí salió el murciélago que nos trajo el coronavirus, pero no; el quiróptero no está dentro del listado. Cansada de mis imprecisas suposiciones, busqué a los expertos y convencí a mi científico y escéptico marido de participar en un taller para aprender un poquitín sobre qué nos deparará este año. Al comenzar nuestra clase vía telemática, lo primero que nos preguntó la letrada maestra fue: ¿qué saben del tigre?

Yo de plano guardé silencio, porque mi creativa mente me llevó a pensar: que tiene rayas, que aparece en la caja de las Zucaritas, que hay tres tristes tigres, que es un felino muy socorrido por muchos que gustan de saltar al lecho en su nombre –desde diferentes alturas–, que tiene garras y que hace “grrr”. Afortunadamente calladita me vi más bonita y no respondí a ese cuestionamiento.

La ‘teacher’ siguió transmitiéndonos su amplio conocimiento de lo que se pronostica en el mundo bajo la influencia del imponente felino, y vaya que fue muy reconfortante saber que las cosas no estarán tan mal, ya que el tigre en el calendario chino representa la fuerza, el fin de los males (sí, por piedad), y la valentía. Después de ahí, pasamos a saber sobre nuestro destino particular, basado en nuestra fecha de nacimiento. Ahí surgió que nací en el año del perro, que en femenino no suena nada bien, pero lo peor fue cuando marido se enteró que nació en el año del buey. Fue ahí cuando su rostro se desfiguró, me miró con firmeza y me increpó: ¡no me vayas a decir que eso lo explica todo!… fin de la historia.

TA-MAL ESO

Dicen que las penas con pan son menos, así que al siguiente día (2 de febrero) en la celebración del Día de la Candelaria, tuve que ir en búsqueda de los tradicionales tamales, ya que me salieron ‘algunos’ Niños en la Rosca de Reyes y tenía que pagar el precio de haberme comido unos buenos trozos. Esa rosca estaba deliciosa, pero tenía más Niños que una escuela sin pandemia y todos me salieron a mí, pero eso me pasa por no recordar que en boca cerrada no entran las calorías y evita pagar tamales.

MÁS DE VIEJITOS

De sorprender gratamente es la iniciativa del Municipio de Querétaro de poner en marcha la primera Feria de Empleo para Operativos y Adultos Mayores 2022, que arrancó este 1 de febrero en portal digital y en el Jardín Guerrero de esta ciudad.

Por mucho tiempo, se ha padecido la tendencia de no otorgar empleo a los mayores de 40 años, desperdiciando así una enorme veta de experiencia laboral, tan necesaria en cualquier función por más que la digitalización del trabajo se imponga imparablemente. Por otro lado, el desempleo de los adultos mayores conduce a la depauperización de su calidad de vida, y ni con los programas sociales de suministro de efectivo se puede hacer frente al gasto cotidiano y costear las enfermedades propias de la edad.

Finalmente, la disminución en la tasa de natalidad en el mundo, con la consiguiente tendencia a la inversión de la pirámide poblacional –que ya se da en países europeos–, obliga a pensar en la digna supervivencia de este creciente sector y en el peso que llevarán sobre sus hombros las nuevas generaciones para mantener la economía y las pensiones.

Es tiempo, pues, de iniciar acciones para amortiguar el golpe, antes de que sea demasiado tarde. Enhorabuena.

Le esperamos el sábado a las 21:00 horas en la KJeta por el Canal 10 de RTQ en señal abierta y de cable, y por ‘streaming’ en rtq.mx. También le recordamos que tenemos una cita aquí el próximo jueves…para echarnos otro caldito.

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