Los Blanchet/Caldo de cultivo
Para quienes nacieron a mediados del siglo pasado, o poco antes, conceptos como la devaluación y la inflación eran desconocidos, o tal vez, sólo los tuvieran como referencia histórica relacionada a la Gran Depresión de los años 30’s. Fue la llegada al poder de Luis Echeverría en 1970, -con su esquema de socialismo trasnochado y mal entendido, aunado a una enorme impericia política y discursiva-, la que introdujo a nuestro vocabulario cotidiano estos términos económicos -que sólo los estudiosos de la materia conocían-, por ser los factores que cambiaron para siempre el precario equilibrio monetario nacional, en detrimento del poder adquisitivo de las familias mexicanas.
Índices inflacionarios del orden del 98.85% en la recta final de López Portillo, del 159.17% en el sexenio de De La Madrid ó del 51.97% por el “error de diciembre”, contribuyeron al empeoramiento del mapa de la pobreza en México durante el último tercio del siglo, y sus causas fueron enteramente atribuibles a las malas e irresponsables decisiones en materia económica de entonces, entre las que destacó la desmedida emisión de dinero ordenada por el gobierno para cubrir sus boquetes financieros originados por sus despilfarros, su corrupción y su inadecuada recaudación fiscal.
Después de estos episodios, el Banco de México adoptó políticas en las que la prioridad fue limitar la inflación a toda costa, a riesgo de limitar también el crecimiento económico, pero a sabiendas de que la inflación es el impuesto más alto a pagar por la población menos favorecida económicamente.
Pero llegó el siglo XXI, en el que México se encuentra insertado de lleno en la economía mundial e igualmente vulnerable a sus vaivenes, por lo que el abanico de detonantes inflacionarios se amplió: el colapso de sectores económicos como el inmobiliario, originado en los Estados Unidos por el otorgamiento inmoderado de créditos; la pandemia de COVID-19 aunada a la inacción para paliar sus consecuencias; la guerra en Europa (o vulgar invasión de Rusia a Ucrania), etc.
Actualmente nuestro país atraviesa por un episodio sostenido y preocupante de inflación (7.68% anualizada para abril, según INEGI), del que no se prevé un término en el corto plazo, según los analistas, y que de paso trae el inconveniente del alza recurrente en las tasas de interés. El que Estados Unidos esté enfrentando una inflación mayor al 8%, lejos de consolarnos, nos sugiere que el problema puede alargarse y/o empeorar por nuestra dependencia hacia su economía.
En esta situación, el control de precios ha probado ser un mal mayor que la inflación misma, ya que inhibe la producción y distribución de los bienes y servicios bajo control, aunque una concertación voluntaria entre los sectores productivos con el gobierno para paliarla, podría traer algún respiro de corto plazo.
Querétaro reflejó una tasa de 6.6% al cierre de abril, menor que el global nacional aunque, en el marco del desarrollo inmobiliario acelerado que nos caracteriza desde hace años, la inflación en el rubro de materiales de construcción nos pega irremediablemente.
Ajo y agua, amigos, aunque sea para prepararnos un sabroso caldo.
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En este momento, las cosas en este país están bastante calientes, que no es lo mismo que cachondas. Comenzaremos por (obvio), el clima. En verdad que hacía muchos años que no sentía en Querétaro este abrasante calor, que en conjunción con la edad que hoy porto, no es la mejor combinación. Ahora, si le aumentamos el uso del cubrebocas, la vida se ha convertido en un episodio permanente de Mad Max en el desierto. Mis glándulas sudoríparas están trabajando a marchas forzadas y de nada ha servido mi constante hidratación. Ni qué decir del incremento en cantidades industriales del uso de antiranspirantes.
Puedo apostar sin temor a equivocarme, que muchos andamos en las mismas, subiendo discreta y continuamente el alerón para cerciorarnos de no desprender olores desagradables como para que afecten el sentido olfativo de quienes nos rodean. Esta situación la podemos tomar por el lado positivo: percibirnos con olor a taco de suadero puede funcionar como prueba rápida de COVID, e indicarnos que estamos bien y no hemos perdido este sentido.
También está comprobado que estas altas temperaturas se vuelven incapacitantes. Tener que trabajar en estas condiciones es imposible, y sólo me dan ganas de salir corriendo despojándome de mis ropajes o de plano, estacionarme en cualquier lugar que goce de aire acondicionado para abanicar mis enaguas desesperadamente. Pero como el Manual de Carreño indica que esa actitud es de mal gusto, me pongo a taconearle para disimular y que la gente piense que estoy bailando algún bonito zapateado, y chance y hasta me regalen un aplauso.
Se sabe que el sol en Querétaro cae a plomo, pero que es normal y cíclico por ser un lugar semidesértico, lo cual me lleva a proponerle a la Secretaria de Turismo del Estado que traigamos unos camellos y unos beduinos como atractivo turístico, y que se promocione como: “Qroriente Medio” ó “EmiraQros”. Si les late, por favor dejen sus comentarios aquí.
Entiendo que estos cambios climáticos ocurren por causas naturales en un planeta vivo y en constante movimiento. Así que mientras tanto, apliquemos la sabia frase de Mojinos Escocíos: “Cuando venga una ola de calor, combátela con una ola de cerveza”
Por otro lado, al que ya se les cuece las habas por festejar es a todo el magisterio este próximo 15 de mayo. En especial felicitamos a aquellos maestros con vocación y entrega que han dejado huella en los corazones de muchos alumnos. (La maestra Elba Esther abandonó el grupo).
Y ya encarrerados con las felicitaciones, le enviamos un abrazo fuerte al gobernador Mauricio Kuri por darle una vuelta más al sol, esperando que nos haya guardado un trozo de su americanista pastel.
Le esperamos los miércoles a las 9:00 de la noche en La KJeta por el Canal 10 de RTQ en señal abierta y de cable, y por streaming en rtq.mx. También le recordamos que tenemos una cita aquí el próximo jueves…para echarnos otro caldito.
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