Roberto Mendoza
¿Recuerda que mientras estábamos en medio de la pandemia el gobierno aprovechó para eliminar 281 fideicomisos, con el pretexto de que se gastaba mucho en cosas inútiles y con eso se iban a comprar vacunas para el covid? Este año esos fideicomisos van a generar 385 mil 477 millones de pesos según un análisis de la Cámara de Diputados.
¿Recuerda que el gobierno diseñó una ley que se supone eliminó la famosa partida secreta? Pues el mismo decreto señala que esta partida será integrada a la Secretaría de Hacienda como un ahorro pero, los ahorros serán gastados por el ejecutor que los generó, si acaso quien lograra este ahorro fuera el Poder Ejecutivo, el gasto se hará en función del Plan Nacional de Desarrollo o lo que establezca su titular. O sea, el presidente.
Hace unos días el presidente en la mañanera del 19 de mayo, aseguró que se había logrado un ahorro de 202 millones de pesos y que sería invertido en los programas del Bienestar, sin embargo, estos programas no tienen reglas de operación, es decir no hay forma de forma de medir sus metas, no tienen lineamientos para la aplicación de los recursos ni tampoco un control de evaluación para saber qué tan efectivos están siendo los programas. Por lo tanto, se puede diseñar un excel con un montón de datos, poner una suma que concuerde y listo, si lo revisas hasta podría estar bien, pero si quieres comprobar estos datos, es imposible.
Sólo de esos tres ejemplos se juntan 677 mil 477 millones de pesos, es decir más de 13 mil millones de dólares, el monto del dinero que estoy ejemplificando es de casi el 10 por ciento del presupuesto de la nación y aún podría haber más, hasta el 15 o 20%, es decir poco más de un billón de pesos, si contamos, por ejemplo el pago de impuestos, las subastas de cosas decomisadas, el despido de personal y el prácticamente nulo mantenimiento de la infraestructura urbana, el gobierno gasta muy poco en lo que ayuda a todos.
Este dinero es suficiente para resolver un montón de problemas, como por ejemplo el desabasto de medicinas, el reacondicionamiento de los hospitales, la reestructuración de la infraestructura hídrica de al menos los estados más afectados por las sequías y cualquier otro problema que sea tan barato que se resuelva con dinero y voluntad.
¿En qué se usa ese dinero? No se sabe, oficialmente. Pero, quizá le pueda dar una pista, hace unas semanas escribía que las elecciones en el país se ganan con dinero, son un negocio, el éxito de esta actividad es directamente proporcional a la cantidad de dinero que se le invierta y Morena acaba de ganar cuatro de seis elecciones.
Esta componenda lleva muchos años, no es un invento morenista, sino priista, que aprendieron los panistas y en morena están los mejores operadores de ambos partidos, una gran cantidad de dinero se usa para que un grupo se perpetúe en el poder. Es un juego perverso donde algunos se hacen ricos en pocos años y la gran mayoría de nosotros, no ganamos prácticamente nada; porque lo importante no se atiende, no hay un gran plan nacional, sino un enorme plan electoral, donde sólo hay una consigna: quítate tú, para ponerme yo. Ya lo verá el próximo año en dos estados y será testigo del gran derroche en 2024, mucho dinero que se gasta en unas horas, poco dinero que se invierte en seis largos años, sería bueno que lo fuéramos internalizando, ya sea para aceptarlo y resignarnos o para tratar de cambiarlo.