Fernando Islas
El discurso de la hoy oposición siempre estuvo sustentado en la desinformación y en el fomento al miedo. Desde que Andrés Manuel López Obrador inició su carrera política y en particular cuando estuvo al frente de la Ciudad de México, sus detractores lo señalaron como un peligro para México y su clase empresarial; decían que el despojo de empresas sería el medio por el cual el hoy presidente gobernaría la nación. Hoy, a prácticamente cuatro años de administración obradorista, ese discurso se ha caído y no gracias a una actitud entreguista como en el pasado se acostumbró, sino a un ejercicio justo de colaboración entre el sector privado y público.
AMLO ha demostrado que no es necesario servir de tapete a los inversores extranjeros y que el gobernar con honestidad brinda la confianza necesaria para que los privados internacionales volteen a ver nuestro país para invertir en su crecimiento. Muestra de ello es el nuevo récord histórico de inversión de 27 mil 512 millones de dólares, lo que se refleja en otro récord pero en materia de empleos, el cual ha generado 21.1 millones de espacios laborales para las mexicanas y los mexicanos. La pregunta es si realmente López Obrador significaba un riesgo para el sector empresarial o el verdadero cáncer para este sector es la corrupción que en el pasado imperaba.
Faltan casi dos años y con seguridad veremos el primer sexenio donde todas aquellas promesas de campaña se cumplieron desde una política de austeridad republicana y poniendo en primer lugar a los que menos tienen.