Gabriel Boric, en Chile; Alberto Fernández, en Argentina; Luis Alberto Arce, en Bolivia; Pedro Castillo, en Perú; Andrés Manuel López Obrador, en México; Xiomara Castro, en Honduras; Daniel Ortega, en Nicaragua; Miguel Díaz-Canel, en Cuba; Nicolás Maduro, en Venezuela; Gustavo Petro, en Colombia; y ahora Lula da Silva, en Brasil.
La izquierda ha ganado mucho terreno en América Latina. De sus 20 países, 11 son gobernados por políticos con esta ideología. Los sucesos del día de ayer en Brasil ponen en manos de la izquierda los siete países más poblados del centro-sur del continente y sus seis economías más grandes. Esto se podría tomar como una nueva ola de este movimiento político y social, pero esto ya no es noticia para nuestros países; en la primera década de este nuevo milenio, vimos tendencias electorales similares, pero ¿cuáles son las similitudes y diferencias de estos dos momentos?
Una de las similitudes principales es la heterogeneidad que existe dentro de estos gobiernos; primero, por el tinte autoritario de países como Venezuela, Cuba y Nicaragua que nos hace catalogarlos entre democráticos y no democráticos. Dentro de los democráticos, igualmente existen discrepancias en términos de política pública y manejo económico.
Como diferencias, podemos ver que ahora no existe esta bonanza económica que gozaban los países hace 20 años, derivada de la venta de materias primas e hidrocarburos, con la que por muchos años sostuvieron programas sociales que solidificaron su respaldo político por una década. Ahora, con conflictos internacionales, inflación y economía pospandemia, tienen un reto enorme por delante para poder consolidarse en la región. Las agendas también son una diferencia clara: mientras a inicios de los 2000 la explotación petrolera era la prioridad, la nueva ola busca poner en la mesa temas mucho más progresistas como el medioambiente y la igualdad de género.
Sin duda, este “ir y venir” en el espectro político ha sido resultado del manejo gubernamental de varios gobiernos de la región durante la pandemia y en los anteriores a esta, una reacción a gobiernos y políticos corruptos. Esperemos que, como en el péndulo, todo tienda a un equilibrio.