México no merece el clima de polarización permanente con el que Morena busca adoctrinar a sus seguidores, bajo una narrativa de división entre buenos y malos, de ricos y pobres, de conservadores y liberales en el que tienen inmerso al país.
En la vida y en cualquier ideología política los extremismos nunca son buenos y conducir una nación con este grado de encono, produce momentos como el que se vivió el pasado sábado en el mitin del zócalo de la Ciudad de México, donde algunos asistentes quemaron una figura de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña.
El acto, reprobable y condenable, pudiera parecer anecdotario o irónico para un evento de estas características, pero lo verdaderamente relevante y que no podemos pasar por alto, es la forma en que trasciende a la gente el conjunto de mensajes de división entre adversarios o enemigos que se repite una y otra vez todas las mañanas desde Palacio Nacional.
En Querétaro, también este mismo fin de semana, enviamos un mensaje diferente, de unidad, tolerancia y respeto entre unos con otros.
Con esa gran lección que a todos nos dejó el 5 de Marzo, nuestro gobernador Mauricio Kuri expresó puntualmente que si México sigue enfrascado en sus diferencias, no podremos aspirar a ser de las mejores naciones del mundo. Convocó a la unidad y dijo que en nuestras diferencias, podemos encontrar grandes ventajas que nos harán más grandes como país.
Sin duda la ruta para ser un mejor país es esta y pasa por la tolerancia, el respeto y la concordia entre unos y otros a pesar de las diferencias que podamos tener. México es un país mucho más grande y fuerte que aquellos discursos y narrativa centrada entre buenos y malos.