Alejandro Gutiérrez Balboa
El terrorismo es tan viejo como la existencia del ser humano en la Tierra. Desde tiempos inmemoriales, las acciones para amedrentar a los adversarios han sido utilizadas. Cuando pensamos en terrorismo, de inmediato se piensa en grupos musulmanes, pero si bien varios de ellos han utilizado este método amplia y recientemente, de ninguna manera son los únicos.
Por alguna desconocida razón, especialistas y académicos de este tema, definen al terrorismo como una acción de grupos no gubernamentales, dejando a los gobiernos fuera de esta clasificación, lo que resulta un completo falseamiento de la realidad. Pensemos, por ejemplo, en el genocidio armenio efectuado por el gobierno otomano y que en estos días celebra un siglo de haber ocurrido.
Si bien es verdad que el terrorismo es una táctica de lucha utilizada por grupos en confrontaciones asimétricas contra un grupo o gobierno o grupos de gobiernos muy superiores en fuerza, también es cierto que ha constituido una táctica de gobiernos, por lo general dictatoriales, para someter a parte de la población opositora. Tenemos el caso de la gran purga o gran terror utilizada por el gobierno soviético de 1936 a 1938.
Ningún agente terrorista acepta serlo, llámese grupo o gobierno, pero el terror es innegable. Se trata de producirlo en un adversario real o potencial o, incluso, inocente o ajeno a la lucha emprendida, pero con fines de logro de objetivos políticos, económicos o culturales.
Hoy, la gran discusión es si los grupos del crimen organizado pueden ser catalogados como terroristas. No todos han utilizado estas tácticas, ya sea en nuestro país o en otros, pero algunas de sus acciones no tienen otra definición y otro propósito. Esto es innegable.
La consecuencia sería devastadora, porque esto posibilitaría su combate desde el extranjero (Estados Unidos) sin la autorización y hasta sin el conocimiento de nuestro gobierno, lo cual es inadmisible.
Pero la incapacidad o la complicidad de autoridades en este tipo de acciones deja indefensos a los ciudadanos, las principales víctimas inocentes de las acciones terroristas. El problema es muy complejo y no basta señalar el injerencismo de los norteamericanos, también hay que ver la enorme viga en el ojo propio… y hacer algo al respecto. Ya.