Alejandro Gutiérrez Balboa
Al haber entrado ya en su tercer año, la guerra entre Rusia y Ucrania parece prolongarse, sin que se perciban elementos para un próximo acuerdo. Ni Rusia ha logrado doblar a Ucrania, ni ésta ha podido liberar los territorios ocupados, sin contar el problema adicional de Crimea.
Al haberse aprobado en el congreso de Estados Unidos un paquete de ayuda adicional a Ucrania, los países aliados de ésta, muchos más que los que tiene Rusia, han autorizado el envío de nuevo armamento para la defensa ucraniana, entre ellos, los nuevos tanques Leopard 2, así como algunos Abrams norteamericanos. Junto a ello, se ha autorizado la implementación de un centro para reparar tanques en Polonia y el entrenamiento de soldados ucranianos para el uso de los mismos. Adicionalmente, alrededor de una centena de tanques más antiguos Leopard 1 serán proporcionados por Alemania, Países Bajos y Dinamarca.
Alrededor de 50 países han estado reuniéndose para acordar el envío de suministros bélicos a Ucrania, entre los que se cuentan sistemas de defensa antiaérea Patriot y de otro tipo. Los países que más ayuda han enviado a Ucrania son Estados Unidos, Inglaterra y Alemania, lo que no es desdeñable.
Con todo, no se han autorizado el envío de aviones de combate modernos, que podrían ser definitivos, si no para derrotar a Rusia, sí para obligarlos a sentarse a la mesa de negociaciones. Pareciera que la prolongación de la guerra no termina por quitar la máscara de indiferencia a varios de estos países simpatizantes y aliados de Ucrania.
Los esfuerzos diplomáticos no han cesado. Recientemente se dio la visita a China del canciller alemán Olaf Scholz para tratar de prevenir una eventual ayuda china con armamentos a Rusia. Hasta donde se tiene conocimiento, sólo Irán y Corea del Norte han suministrado distintos tipos de armas a los rusos.
Hasta el brasileño Lula da Silva pretende mediar en el conflicto. Después de haber visitado China, ahora se encuentra de viaje en Portugal y España para tratar de impulsar un grupo de países que invite a sentarse a negociar a los 2 involucrados en la guerra. No deja de ser paradójico que un populista demagogo como el presidente de Brasil, con tantos problemas internos como los que enfrenta en su país y que es indudable aliado de Rusia, pretenda erigirse en líder mundial de esta corriente de populistas de izquierda, para influir en asuntos globales.