Raúl D. Lorea
@ArqLorea
Ahora que cambié mi dinámica laboral he notado cuánto movimiento hay en la ciudad obedeciendo a dos grandes razones: la reactivación económica postpandémica y la saturación de vialidades por el cierre de la Av. 5 de Febrero.
La primera razón, es un fenómeno mundial donde la mayoría de las personas, si no es que todas, ya están llevando a cabo muchas actividades como antes de la pandemia, con la ventaja de que hoy sí se permite el “home office” para algunos afortunados.
La segunda razón es local afectando principalmente a los habitantes de la Zona Metropolitana de la Ciudad de Querétaro, quienes día a día padecemos las consecuencias.
Llama mi atención que la mala movilidad urbana de hoy provoca muchas consecuencias negativas en la ciudadanía, el estrés vial (o road rage, como se le conoce en inglés) ha sido un común denominador en los desencuentros viales, que van desde un motociclista que nos da un “espejazo” hasta colisiones más aparatosas que requieren la intervención de las autoridades.
Con lo anterior, es de notarse que el transporte público no dará el ancho por más mejoras que se hagan en tanto no tenga sus ejes estructurantes CONFINADOS y de uso exclusivo, como ya hemos platicado en este espacio, y que se amplíe la red ciclista de Querétaro para fomentar otras alternativas de movilidad.
Sin lo anterior, nuestra movilidad urbana se seguirá percibiendo “pausada” y no tendrá mejoras notorias en tanto no se termine la Av. 5 de febrero que, dicho sea de paso, no dará solución total al gran problema de movilidad.