El pasado jueves, la iglesia católica celebró el día del “Jueves de Corpus”, cuyo nombre correcto es la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo; es celebración es si duda, una de las más arraigadas en el sentimiento popular de nuestro pueblo, aunque por algún tiempo se quiso desaparecer o incluso se llegó a no celebrarse, ahora se ha celebrado con gran solemnidad y con gran participación de los fieles católicos.
El “Jueves de Corpus”, es una expresión de fe ante la presencia real y verdadera de Jesucristo en la eucaristía, mismo que debiera de celebrarse el jueves santo, pero por todo el contexto de la pasión que se conmemora en esos días, no es posible darle el esplendor que se requiere; así que después de la solemnidad de Pentecostés, nos encontramos con este día, que quiere ser una prolongación del jueves santo.
Durante el virreinato, el “Jueves de Corpus” era un momento de gran alegría en las ciudades, un momento en donde las personas de las comunidades llegaban a las grandes urbes para llevar los primeros productos de sus cosechas, pero también para participar en las grandes procesiones en donde se llevaba al Santísimo Sacramento, que sin duda eran espectaculares por la participación del pueblo, del clero y del gobierno virreinal. Una gran expresión de fe que duró los trescientos años del virreinato.
Desafortunadamente con las persecuciones y las guerras, muchas de estas tradiciones estuvieron a punto de perderse. Hoy se han recuperado y poco a poco van teniendo un gran esplendor. En nuestro San Juan del Río, este jueves vivimos ese esplendor, cuando se llevo en una solemne procesión al Santísimo Sacramento en la bella custodia realizada por Camilo Martínez y que pertenece al tesoro eucarístico de la Parroquia de San Juan Bautista.
En esta ocasión se recorrieron las antiguas calles del centro de la ciudad, como lo fueron 16 de septiembre, 27 de septiembre, Corregidora, Matamoros, Morelos, Palacio, la Calle Real y la calle de Hidalgo, para llegar al Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe en donde se dio la bendición para todos los asistentes y para la ciudad en medio de una noche tranquila y llena ya de un sabor veraniego.
Es de mencionar, que en esta ocasión y emulando lo que se hacían en las procesiones de tiempos pasados, se instalaron en diversos lugares los llamados: “altares posas” en donde se realizaba un descanso y se daba la bendición, eso nuevamente ocurrió y con esto San Juan del Río, celebró esta bella tradición que definitivamente se niega a morir.
MT