Los Blanchet/Caldo de Cultivo
Desde tiempos antiguos se sabe que, en una sociedad, el orden es el resultado de una estructuración premeditada y diseñada, basada en la justicia y el respeto en la vida comunitaria. Es ese resultado deseable en el que sus integrantes viven una realidad reglamentada, controlada, en la que aquel que rompa o amenace con violar esa civilidad será apartado y castigado, con el fin de proteger la pacífica y próspera existencia.
Por el contrario, se piensa comúnmente que el desorden es la ausencia de toda estructura, planeación u organización, que se da espontáneamente a resultas del desinterés, la apatía y la ineptitud de los gobernantes para instalar o recuperar esa vida organizada y ordenada que se tenía o a la que se aspira. Que el caos, en otras palabras, es el resultado de la inacción de alguien, de la irresponsabilidad y la dejadez por las que, irremediablemente, los actos ilegítimos no tienen consecuencias: la ausencia del Estado de Derecho.
Nada mas alejado de la realidad.
La física, en específico, la termodinámica, se ha encargado de estudiar el orden y el caos en la naturaleza. A este último se le ha denominado entropía que, en términos simples, es la medida del desorden y de la energía desorganizada contenida en un entorno o espacio. La ausencia de orden y estructura en un sistema. El Universo, en circunstancias adecuadas, tiende a organizarse como resultado de las fuerzas que lo rigen, como la gravedad y el electromagnetismo. De ahí que podamos observar estructuras complejas como galaxias y sistemas solares. Por el contrario, en otras situaciones, se tira por completo al caos destructivo, manifestado como mega explosiones estelares conocidas como supernovas, cuyo material expulsado violentamente algún día se reorganizará en nuevas estructuras.
Pero el desarrollo de la vida humana, en lo colectivo, no es tan simple.
El crecimiento mundial del desorden, manifestado en forma de conflictos armados, del aumento exponencial del crimen, la violencia y el autoritarismo -nuestro país no es el único en padecer este embate en la actualidad-, no es necesariamente el producto indeseable de la ausencia de organización o de la falta de voluntad para castigar los ilícitos y crear o restablecer el Estado de Derecho, sino más bien, es el resultado de la puesta en marcha de entramados cada vez más complejos y eficientes -muchos basados en la tecnología disponible- que permite a grupos de poder y criminales operar con elevadísimos índices de impunidad, cercanos al cien por ciento. Dicho desorden, pues, es el escenario que favorece a algunos, quienes lo han buscado, provocado, organizado y puesto en marcha a conveniencia, en forma de una funcional cañería oculta a la vista, que da soporte y estructura a su actividad.
Agregue usted un ingrediente inexistente en el espacio exterior: la simulación, y la fórmula para salirse con la suya sin consecuencias será un éxito.
La tendencia al caos es visible alrededor del mundo: países nórdicos como Suecia y Holanda están resintiendo la inocultable escalada del crimen y la violencia que en algunos casos, representa una amenaza para la vida de sus mismos gobernantes.
Queda mucho qué hacer para recobrar algo del orden perdido. Una pena que el Chapulín Colorado ya no esté con nosotros.
De regreso
Éstos, sus amigos, hemos regresado a las andadas de mecanografiar nuestras aventuras por medio de la Lengua de Cervantes para nuestra entrañable casa, el AM. En la actualidad ya contamos más arrugas, más canas, más años y, para rematar, Carmen no ha encontrado su cadenita, a Jaime Maussan siguen sin creerle que hay vida extraterrestre y la carretera 57, en dirección CDMX – Qro, nada más no la terminan de arreglar. Ustedes al igual que nosotros se preguntarán: ¿qué tanto le hacen a la 57? La respuesta es: poco, pero sí, mantenerla en caos.
Desde hace muchos años decidimos evitar a toda costa el transitar por esa carretera a menos que fuera imperativo, lo que sucedió el domingo pasado. El hacerlo detona nuestro instinto de conservación y nos pone en modo de alerta, -en esta ocasión en alerta sísmica-, porque eso de tener que ir en septiembre a la CDMX, para “defeños” como nosotros, es ya una tradición.
Las preguntas entre los Blanchet para una buena logística para un viaje de dicha naturaleza son: ¿A qué hora salimos? ¿Quién maneja de ida y quién de vuelta? ¿Cargaste el TAG pal´ segundo piso? ¿Tanque del auto lleno? ¿Tenemos verificación? ¿Servicio al día? ¿Hoy circulamos? ¿Llevas cash para la caseta de Cuautitlán?, porque ahí el TAG vale gorro. ¿Traes la tarjeta de Asaltado Frecuente? ¿Llevas los refrescos y cacahuates pal´ camino? (No critiquen, es mejor de lo que dan en línea aérea). ¿Hiciste pipí? (La próstata sigue al alza). ¿Llevas bolillo? (Arma infalible de cualquier chilango). Por último: acuérdate que ni de locos entramos por el Circuito Mexiquense, ahí te asaltan los rateros o los patrulleros, que son lo mismo.
Después de este “checklist” casero, que más bien parece interrogatorio de la PGR, nos pusimos “Band on the Road” y pudimos ver que nada ha cambiado en esa carretera. De ida no estuvo tan mal, eso sí, trailers para dar y repartir y, como siempre, cuidándonos de los “Fittipaldis” región cuatro, que ponen la direccional izquierda desde el Conín hasta la Torres de Satélite para que les abras paso.
Llegar a la ciudad que nos vio nacer sólo nos provoca adrenalina, ya que hay que cuidarse hasta de la moto de comida rápida que pasa al lado. Aunque esta vez existió un micro segundo de ilusión. Fue la de conocer la nueva rueda de la fortuna que tanto han presumido pero, para no variar, hasta eso fue una desilusión, ya que en las luces de la misma, en vez de proyectarse las letras CDMX, se proyecta “CDWX”. El colmo. Una rueda de la fortuna fea y disléxica.
En fin, regresar a nuestro adorado “QueretaRock” es lo mejor, bueno, salvo el interminable tramo en “reparación” de Palmillas hasta tres kilómetros antes de llegar al Conín, que verdaderamente es un vía crucis. Con decirles que hasta las bicicletas de la peregrinación nos rebasaban y, para rematar, constatamos con tristeza que el célebre taller mecánico del “Wachisnever” a la orilla de la carretera no existe más. Pero ya estamos aquí. ¡Viva Querétaro!
Le esperamos los miércoles a las 9:00 de la noche en la KJeta por el Canal 10 de RTQ en señal abierta y de cable, y por streaming en rtq.mx. También le recordamos que tenemos una cita la próxima semana aquí…para echarnos otro caldito.
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