De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en junio de 2023 la Población Económicamente Activa (PEA) fue de 60.3 millones de personas en México.
La población ocupada por sector de actividad se distribuyó de la siguiente manera: los servicios concentraron 25.5 millones de personas (43.5 % del total); el comercio, 11.5 millones (19.5 %); la industria manufacturera, 9.8 millones (16.7 %); las actividades agropecuarias, 6.5 millones (11.1 %); la construcción, 4.6 millones (7.8 %) y «otras actividades económicas» —que incluyen la minería, electricidad, agua y suministro de gas—, 367 mil (0.6 %).
Los sectores con mayor incremento en su población ocupada fueron: servicios profesionales, financieros y corporativos, con 437 mil personas y comercio, con 368 mil. Y existe un empleador más: el narcotráfico.
Según el estudio realizado por Rafael Prieto- Curiel, 175,000 personas forman parte de las organizaciones del narcotráfico. El Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cartel de Sinaloa son los grupos de mayor fuerza de reclutamiento.
Y es que en un país con 120 millones de habitantes en donde 46.8 millones de personas viven en situación de pobreza y 9.1 millones padecen pobreza extrema (CONEVAL 2022), no es difícil entender por qué el narcotráfico puede resultar una opción “atractiva” para miles de individuos que buscan sobrevivir y sienten que no tienen “más que perder”. Lamentable, preocupante, hiriente.
Además de esto, lo alarmante es cómo el narcotráfico se ha ido infiltrando en la política financiando campañas electorales en donde se logra llegar al poder a consta de vender la libertad, la seguridad y -en muchos casos- la vida. Basta recordar los pasados comicios en donde se determinó que fueron “las elecciones más sangrientas de la historia” en donde a partir de septiembre 2017, 90 candidatos fueron asesinados a manos del narco.
Aunque México no es el único país de Latinoamérica que sufre esto (recordemos la triste historia del narcotráfico en Colombia que a través de los años ha permanecido y se ha desarrollado de muchas formas, pasando por diferentes presidentes como López Michelsen, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe y actualmente Gustavo Petro relacionado a escándalos por posibles nexos de su hijo), no podemos quedarnos de brazos cruzados.
Debemos lograr proveer herramientas educativas, culturales y económicas a la población. Afianzar la lucha contra la impunidad, la corrupción. Elegir mejor a nuestros gobernante – lo he dicho en escritos anteriores – perfiles estadistas, humanistas. Personas con visión de colectivo, con la sensibilidad de atacar de fondo los problemas sociales vistos desde una perspectiva integral y de una cultura de paz.
Tenemos una nueva oportunidad muy pronto. 2024 es decisivo para el rumbo de nuestro país.
Infórmate, involúcrate y actúa.
