“Tiempo de las mujeres” se escucha en diferentes espacios. Voces, marchas, movimientos, grupos…
La lucha por la igualdad de género lleva siglos y con ello se han ido ganando cada vez más espacios para las mujeres en diferentes ámbitos. En los tiempos actuales, el movimiento que detonó un cambio radical fue #MeToo, iniciado en 2006 por la activista estadounidense Tarana Burke y que se viralizó a través de las redes sociales en 2017 para denunciar la agresión y el acoso sexual contra el productor de cine Harvey Weinstein.
El movimiento fue creciendo y haciendo reflexionar sobre las actitudes normalizadas de los hombres hacia las mujeres; comentarios fuera de lugar (piropos), propuestas de intercambios de privilegios por placer, etcétera. Surgió también la cultura de la cancelación, dando poder a través de las denuncias (abriendo una reflexión sobre cómo reconocer que todas sean ciertas) y que habría que trabajar más en el marco regulatorio y legal de las mismas.
Desde entonces, el ‘hashtag’ #MeToo ha sido utilizado por más de 50 mil personas.
Pero en todo este andar, en todo este cambio, ¿en dónde se encuentra el hombre? Ese hombre que creció educado para ‘ser fuerte’, bajo los estándares de lo que hoy llamamos ‘masculinidad hegemónica’, caracterizada por las ideas de que…
- Ser hombre significa rechazar todo aquello que sea femenino.
- Ser importante. A mayor estatus, mayor poder y por ello más masculino.
- El riesgo y la agresividad son sinónimos de la masculinidad.
- Ser duro como el roble, no mostrar sentimientos.
Si bien, no podemos negar que el hombre se ha visto beneficiado por el sistema patriarcal, tampoco podemos omitir el hecho de la presión que sufre, los problemas físicos y emocionales que padece por el hecho de no reconocer, expresar ni trabajar en los temas que le afectan.
Hoy pareciera que no encuentran su lugar y esto hará una brecha más grande. Debemos entender que la igualdad no es buscar ‘superioridad’ de la mujer, es simplemente igualar las condiciones para que se cuenten con las mismas oportunidades y herramientas para vivir mejor, y en esa igualdad está el ofrecerle al hombre la oportunidad de no cargar más con ese concepto del cómo debe ser, para reconocerse en quién es realmente, qué lo hace feliz y lograr una convivencia con mayor armonía.
A esto le llamamos ‘nuevas masculinidades’. Un nuevo orden, un camino hacia vivir en plenitud.