Los Blanchet/Caldo de Cultivo
La transformación personal es un proceso profundo y significativo del ser. No es sólo cambiar por cambiar. El retroceso también es un cambio, pero no es una verdadera transformación.
Llegamos al mundo completamente en blanco. Nuestra mente sólo trae las impresiones de nuestro desarrollo in utero y de la violenta sacudida que representa la expulsión del cálido y protector seno materno que representa el parto. A partir de ahí, nuestra vida estará marcada por la perenne transformación, tanto en el desarrollo físico como en el mental e intelectual, marcado de inicio por la educación que recibimos por nuestros progenitores o por su ausencia, dependiendo de la suerte o el destino de cada quien, en el entendido de que ellos también recibieron información y educación imperfectas, de acuerdo a su época y circunstancia, por lo que es decisión nuestra conservarla para siempre o desechar aquellas partes que descubramos falsas o que no van con nosotros.
Pero la transformación también es un proceso colectivo, que involucra desde a nuestra familia, la comunidad vecinal, al país y al planeta mismo. La evolución de las sociedades es un proceso inevitable e imparable, aún cuando existan pueblos menos proclives a ella por razones culturales y religiosas. Desde la aparición de nuestra especie hasta ahora así ha sido, aunque no de manera lineal y uniforme, sino que ha tenido épocas de freno casi total, -como la Edad Media-, y de aceleración exponencial, como fue el siglo XX. El siglo XXI inició como un período de cambio evolutivo frenético, siendo estos tres últimos años los que probablemente marcarán el rumbo de la humanidad en este siglo: la involución, la decadencia y hasta la extinción o el despertar masivo de las conciencias, no sólo de unos cuantos, como hasta ahora.
Tal vez se trate del eterno ciclo de las civilizaciones con su surgimiento, auge y descenso como los grandes imperios de la historia, en los que siempre hubo voces que advirtieron sobre la caída que venía, sin ser escuchadas. Como señalamos en algún espacio anterior, hay quienes se benefician del caos y la decadencia. Y es que, como en el caso de aquellos, el actual retroceso moral y ético en la clase gobernante de este y otros países es francamente escandaloso, como vaticinio del fin de una etapa.
Sin embargo, en lo personal, transformarnos es un proceso obligado, que más vale que lo realicemos de manera consciente y que deberá estar impulsado desde el propósito y el rumbo que se fije cada quien con base en lo que somos y cuales son nuestras inclinaciones. Lo único que pareciera no estar permitido es permanecer en el status quo y quedarnos fuera de la jugada.
Reflexiones de Noviembre
Como cada año, todo comienza el primero de Noviembre, cuando con la celebración del Día de Muertos, es costumbre que me invada una sensación de que el año empieza a morir, o mejor dicho, a concluir, lo cual me asusta un poco. Además, el ambiente otoñal no es de mis favoritos. Ver las hojas de los árboles caer, el clima frío, el resurgimiento de mis reumas, el portar más de dos chamarras, usar triple calcetín y comenzar a medio caminar como el muñequito de Michelin, el incremento del apetito y justificar que el exceso de tragazón es culpa del bajón de la temperatura, créanme que no es de Dios. Con decirles que ahora que entró el frente frío número 9 miré al cielo, extendí mis brazos y a todo pulmón grité: ¡Bochornos menopáusicos, regresen a mí! Ahora es cuando los necesito, ¡No en Primavera!
Cuando he comentado este sentimiento con algunas personas, sólo he obtenido respuestas como: pero ve lo bueno, ¡Ya viene Navidad! ¿En verdad, no se saben de otra?
Este 2023, no ha sido un año luminoso para el mundo, y nuestro país se encuentra en el Top 10 de la lista de oscuridad. Aunque nuestro territorio nacional tiene forma de cuerno de la abundancia, lo único que abunda hoy no es riqueza y progreso, es la inseguridad, la incertidumbre, el odio, la división y hasta los desastres naturales, mismos que no se ve para cuando queden resueltos.
Estoy consciente de que mis reflexiones del onceavo mes, cada año se vuelven más agudas e intolerantes, así como la lactosa lo es para muchos. Aunque todavía faltan dos meses, mi asustada cabeza no deja de atormentarme con preguntas: ¿Qué nos deparará el 2024? ¿Se va acabar el mundo? ¿Acabarán las guerras? ¿La humanidad tiene remedio? ¿Habrá trabajo para todos? ¿México saldrá del fango? ¿Dejará de llegar gente a vivir a Querétaro? (En serio, ya no cabemos). ¿Los Steelers llegarán al Super Bowl? ¿En verdad, Juan Gabriel no se murió? Y dejen que llegue Diciembre y nos pondremos más intensos.
Pero por más yoga y ho´oponopono que practico para tener pensamientos positivos y de alta vibración, sólo veo a una humanidad aletargada y en retroceso. ¿Será que la tecnología ha rebasado, mermado y absorbido nuestra esencia como seres pensantes con sentimientos y ahora los robotizados somos nosotros? Les invito a reflexionar desde hoy el rumbo de sus vidas antes de que acabe el año, no le dejemos todo a la “milagrería” de las doce uvas de diciembre para cambiar nuestro destino. Sólo con nuestra inteligencia y conciencia podemos modificar el camino.
El Wachisnever
La única buena de la semana es que, contrario a lo que comentamos en una columna anterior, ‘El Wachisnever’, un pequeño taller de servicio automotriz asentado en la orilla de la Carretera Mex-Qro en las inmediaciones de SJR, !aún existe!, según el reporte de un amigo que recientemente la transitó. No tenemos la menor idea acerca de la calidad de su servicio. Sólo nos había dado tristeza no volverlo a ver como parte del paisaje carreteril.
Dormiremos tranquilos
Le esperamos hoy miércoles a las 9:00 de la noche en la KJeta por el Canal 10 de RTQ en señal abierta y de cable, y por streaming en rtq.mx. También le recordamos que tenemos una cita la próxima semana aquí…para echarnos otro caldito.
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