Juan Carlos Sámano/El segundo aviso
Este concepto del trapío, es el primer punto de vista a analizar durante el desembarco de un encierro. El trapío es analizado en ese momento tanto por Ganadero, Representantes del Diestro, Autoridades y Veterinario. Es en este momento cuando podemos deducir que el trapío se vuelve subjetivo, unos los verán como unos verdaderos “tíos” y otros los podrían catalogar de “impresentables”.
Una de las definiciones de trapío más acertadas es la que lo define como el conjunto bello y armónico de caracteres visibles exteriormente, que el toro ostenta o patentiza en su máximo grado de plenitud y belleza, y que responde o corresponde con el tipo zootécnico de la ganadería o encaste de procedencia. Es por ello que en el leguaje taurino se conoce al fenotipo (rasgos observables) como sinónimo de trapío, belleza, proporciones armónicas, todo ello observable a simple vista. Francisco Montes “Paquiro” en su “Tauromaquia” publicada en 1836, decía que el toro debería de ser fino, de pelo luciente y espeso que transparente la musculatura, piernas secas y nerviosas, articulaciones bien pronunciadas y móviles, cola espesa y fina, pitones fuertes, iguales y negros, etc. En pocas palabras el trapío del toro se identifica con el fenotipo, el cuál es heredado a través de genotipo, por lo que se entiende que el fenotipo son aquellas características que son hereditarias y que se muestran al exterior y son observadas por quien las contempla: color de la capa, conformación de pitones, estado de los mismos, conformación de morrillo, etc.
Es por ello, que la labor de las Autoridades y Veterinarios es sumamente importante, ya que ellos tendrán que determinar si el encierro cuenta con trapío o no, y así pueda ser lidiado o se tendría que llegar a substituir algún ejemplar. De mucha utilidad sería el tratar de conocer las características fenotípicas de los encastes que normalmente se lidian en nuestro país, a fin de no tener falsas expectativas al respecto, o en su caso, exigir presencia de los astados a lidiar.